domingo, 15 de noviembre de 2009

Fragmento de otoño



La llegada de este particular otoño, algo más cálido de lo habitual por su elevada temperatura y su escaso color, me dejó con las ganas de poder contemplarlo en todo su esplendor. Y así fue como, ni corto ni perezoso, tomé rumbo hace unos días a la gran cordillera de los Pirineos; concretamente, al Valle de Echo en la provincia de Huesca.




Las zonas altas y húmedas de los valles albergan abetales y monumentales hayedos, cuyas hojas ocráceas ya tapizaban la superficie de las laderas. Continuando el descenso, la policromía de los bosques mixtos hasta la misma boca de los desfiladeros, iluminaban con sus hojas áureas la abrupta y tupida amplitud del cerrado entorno. Pinares subalpinos, abetos, avellanos, arces, tilos, abedules, servales etc., abrigaban las faldas de los altivos farallones calizos. Todo es, dejarse llevar con la vista y el olfato a través de la diversa gama de colores, expuesta, por el auténtico milagro del bosque caducifolio. Es la belleza y el éxtasis del mayor espectáculo inimitable del planeta; la naturaleza, expuesta para todos los mortales, al alcance visual de todas las clases sociales.



A 1400 metros de altitud, está ubicado el refugio de montaña de “Gabardito” en las faldas del Bisaurín, antes de llegar a la Selva de Oza, donde cayeron dos huevos fritos con patatas de alta montaña acompañados de buen vino de la región. Como tiene que ser.

Sólo faltaba el punto final a una velada repleta de portentosas vistas bajo el ocráceo follaje del hayedo próximo. Al salir del refugio, allí estaban, les vi volar con el estilo tan peculiar con que se desplazan en planeos mantenidos de descenso. Vuelo en este caso, con alas semiflexionadas, avanzando a velocidad media en dirección seguramente a sus cortados de descanso. Que curiosidad tan grande la de estas rapaces osteófagas, capaces de licuar con sus potentes jugos gástricos la dureza de los huesos con los que se alimentan.

Que pulsaciones tan marcadas las del corazón, cada vez que nuestros escasos quebrantahuesos aciertan a invadir nuestro campo visual.



Acebo ( Ilex aquifolium)


jueves, 12 de noviembre de 2009

Me uno a la causa Gina

Amigas y amigos de la sugestiva blogosfera van publicando entradas sobre el caso de Gina y el síndrome de Rett.


Del blog http://senderismogispert.blogspot.com/ he copiado el texto para colaborar en la difusión de este caso así como de la enfermedad.





Me uno con Emy en su publicacion y ayuda para

Esta adorable niña, se llama Gina y padece sindrome de Reet, su madre Elisabet Pedrosa lucha con el dìa a dìa de esta enfermedad y lo cuenta en su libro "Criaturas de Otro Planeta". Con la venta del libro se recaudan fondos para la investigaciòn de esta enfermedad.
Todos podemos ayudar, pon el sello de Gina en tu espacio y pàsalo a los blog amigos.
Si quieres saber màs visita Criaturasdeotroplaneta’s blog.
http://criaturasdeotroplaneta.wordpress.com/

¿Què es el sìndrome de Reet?
El síndrome de Rett es una enfermedad hereditaria poco frecuente que causa problemas en el desarrollo y en el sistema nervioso, principalmente entre las niñas. Se relaciona con el autismo. Al principio, las bebés con síndrome de Rett parecen crecer y desarrollarse con normalidad. Sin embargo, entre los 3 meses y los 3 años detienen su desarrollo e inclusive pueden perder algunas habilidades. Los síntomas incluyen:

-Pérdida del habla
-Pérdida de los movimientos de las manos, tales como agarrar las cosas
-Movimientos compulsivos, tales como retorcerse las manos
-Problemas de equilibrio
-Problemas respiratorios
-Problemas de conducta
-Problemas de aprendizaje o retraso mental

El síndrome de Rett no tiene cura. Algunos síntomas pueden tratarse con medicinas, cirugía y fisioterapia o terapia del lenguaje. La mayoría de las personas con síndrome de Rett vive hasta la edad madura o más. Suelen necesitar cuidados durante toda su vida.
DE OTRO PLANETA

Como una crónica de la lucha contra el síndrome de Rett es como se presenta el libro 'Criatures d'un altre planeta' (Criaturas de otro planeta), escrito por la periodista Elisabet Pedrosa como madre de una de las 350 niñas afectadas en Cataluña. En forma de dietario, el relato explica los momentos cotidianos de forma clara y honesta, de la lucha de una madre, de una de tantas familias, contra la enfermedad, con las dudas, alegrías y tristezas que van apareciendo con el día a día.

Con la publicación de este libro, que es la primera referencia bibliográfica sobre el síndrome, además de hacer máxima difusión, el objetivo es recaudar fondos para la investigación médica (cada lector destinará un euro y medio a este propósito además del 100% de los derechos de autor), la mayor esperanza para los afectados. Desde la Fundación del Hospital de Sant Joan de Déu de Barcelona i la Asociación Catalana de la Síndrome de Rett, en coordinación con otros centros de investigación, el equipo de Mercè Pineda, neuropediatra especialista en el síndrome, está buscando financiación para un proyecto de investigación de tres años que se prevé de nuevas pistas sobre la enfermedad.

sábado, 7 de noviembre de 2009

Mirando a los alimoches



1- Pareja de alimoches en marzo de 2008 posados en lo alto de un cortado calizo. Hay otra pareja visible desde aquí, pero su posadero habitual, es una cresta
rocosa bastante más alejada y, compartida con buitres leonados.



2- Preparar el telescopio para sacar esta oportuna foto mediante el digiscoping, resultó de lo más complicado, no sólo por el montaje del equipo, sino, por la pésima capacidad de enfoque durante una creciente sesión de nervios.

El presente año (2009), uno de los dos ejemplares ha faltado a la cita. No se me ocurre otro incidente que, el de su posible muerte; con lo cual, desgraciadamente, ya contamos con un ejemplar menos.


La excursión para la creación de este post, fue fácil y de escaso riesgo. El desgaste físico, apenas hizo mella en mis piernas.

El viaje, comienza desde la cocina de la casa del pueblo, por supuesto, provisto del necesario avituallamiento: una cerveza y algo para picar. Continúa, con el ascenso hasta el antiguo granero situado en la zona más alta y seca de la casa. Una vez allí, saliendo a la galería, se monta el telescopio, y se espera todo el tiempo que haga falta la llegada de cualquier especie de interés, que son todas.


Bromas aparte, a pesar de este enorme privilegio por tan agraciada vista al cañón del río Mesa, quiero recalcar el crudo problema del declive poblacional del alimoche, cuyo número, disminuye a consecuencia, sobre todo, de los venenos colocados por gente miserable en lugares como los cotos, donde se pretenden eliminar indiscriminadamente a otras especies no gratas en sus feudos cinegéticos.

En España, tenemos las dos terceras partes de la población de alimoches de toda Europa, con una estimación poblacional de unas 1400 parejas. Aunque la población permanece estable, existe una ligera tendencia regresiva, a causa de los citados venenos.

Estas aves, evolutivamente, están a medio camino entre las rapaces y los buitres. Los alimoches, conservan todavía una estructura morfológica como cazadores de pequeñas presas; y otra, la faz desnuda; como carroñeros.


Aunque su capacidad velera es inferior a la de los buitres leonados, su escasa dependencia de las corrientes térmicas le hacen más madrugador y, por lo tanto, un campeador muy minucioso de su territorio. Normalmente descubre junto a los cóvidos, los grandes cadáveres del ganado, picoteando primero todas las cavidades blandas. Han de esperar la llegada de los buitres, para poder aprovechar pequeños fragmentos esparcidos durante las peleas, aparte, de los adheridos a las carcasas.

Además de muladares, granjas y vertederos, prospectan carreteras secundarias por su baja afluencia de tráfico, en busca de animales atropellados. También, se alimentan de excrementos de ganado, tal vez, buscando insectos.

La visita a los puntos habituales donde se depositan los animales muertos o, desechos alimenticios, son los lugares preferidos por los alimoches, que favorecen el ahorro energético en sus desplazamientos, ante la seguridad por el depósito alimentario que éstos ofrecen.




3- Alimoche escudriñando en derredor del nido de un pollo de buitre leonado de unos 70 días de edad. En principio, pensé que se trataba de una acción de molestia al pollo para hacerle regurgitar su contenido estomacal. Pero en posteriores observaciones, veo que el contacto del alimoche con el buitre no llega a producirse.

Lo que si es cierto, la irascibilidad con la que el pollo del leonado recibe la presencia del alimoche, ajeno éste a sus malas intenciones. Las dos fotos, revelan la acción tras varios minutos de encuentro.




4- Efectivamente, el joven y emplumado buitre leonado, observa perplejo como yo; no dando crédito al fruto misterioso conseguido durante el campeo del alimoche. Los aumentos del telescopio no dan para más, y no consigo distinguir lo que pinza y come con el pico: insectos necrófagos atraídos por los deshechos, parásitos, egagrópilas reciclables, o algún tipo de mineral integrado en las heces de los buitres. No lo sé, pero me tiene muy intrigado.



5- El emplumado joven buitre leonado que, se halla a la derecha del alimoche al que terminó expulsando; cuando tenía unos cincuenta días, fue visitado como es habitual, también por los cuervos. Sólo que, el mencionado día, había fila. Mientras el cuervo giraba alrededor del pollo, este último, le amenazaba con el pico, y el córvido insistía mareándolo hasta hacerle regurgitar, por lo visto, poca cosa. La grajilla, por orden jerárquico, esperaba su turno. Retirado el cuervo, entraba en acción este córvido menor, pero, sinceramente, más cruel. Picotazos en el dorso; justo en el radio muerto de acción del indefenso pollo, le hacían retorcerse en todos los sentidos, pero claro, a veces la digestión ha consumido el alimento o, el poco que quedaba, se lo ha agenciado el anterior extorsionador.

Asimismo el quebrantahuesos, como comenta David Gómez Samitier en su libro “Pájaro de Barro”, provoca a un adulto de buitre leonado hasta conseguir su vómito; que después, consume placenteramente.

Es increíble, lo que puede llegarse a ver en un ejercicio de observación desde un punto tan privilegiado como éste.


viernes, 30 de octubre de 2009

Víctimas del asfalto


Perdidos en las cunetas de las carreteras, yacen multitud de seres golpeados por los vehículos que las transitan.

La creación de infraestructuras (vías de comunicación) a nivel nacional, es reivindicada como riqueza de trabajo y modernización por gran parte del país, avalando el desarrollo económico y generando empleo y bienestar gracias al acceso inmediato y cómodo entre poblaciones. En su parte opuesta, olvidamos su enorme impacto negativo en el medio natural.


Estas estructuras lineales dividen el territorio y, los vertebrados que allí habitan se ven obligados a cruzarlas por diferentes motivos, entre ellos: dispersión juvenil, búsqueda de pareja, localización de zonas húmedas para criar (sapos), oportunismo al alimentarse de otras víctimas atropelladas, etc. Es por ello que, estos obstáculos totales o parciales por donde trascurren las especies, en este caso; de estructura lineal (carreteras y autopistas) y que se conoce como “efecto barrera”, ejercen de muro ecológico limitándoles por el aislamiento el paso a otras zonas con nuevas posibilidades. Cruzarlas, supone un riesgo enorme, cuyo desenlace mortal en la mayoría de las ocasiones depara, ya no por la vía en sí, sino por los vehículos que la transitan a gran velocidad una importante merma en sus poblaciones.


También, el final de trayecto llega para estas criaturas mecánicas que, una vez abandonadas, son absorbidas por la vegetación activa de la naturaleza.


La cifra es escalofriante: unos “diez millones de vertebrados”, mueren atropellados al año en nuestras carreteras y autopistas españolas. Son estimaciones de algunos autores tras el estudio de impacto, sobre el mencionado “efecto barrera”.

La moderación de la velocidad, es uno de los mejores recursos para frenar esta gran mortandad de animales que, inconscientemente cruzan dichas barreras.


miércoles, 28 de octubre de 2009

Todos exigimos el mismo tren de vida.

Por Miguel y los demás.



"Cuando a una persona con una capacidad diferente le dicen NO SUBAS TU SILLA, le están diciendo que deje sus piernas, que se separe de una parte de sí mismo, que se separe de su LIBERTAD".


Cuando a una empresa de este calibre cómo RENFE, le impiden que utilice su cerebro, quizás porque no lo tiene o, no tiene corazón, repercute negativamente en gente cómo Miguel (http://www.asaltodemata.com/) y, en todos los que pasan por su mismo problema.

Los españoles, estoy plenamente convencido; no pagamos impuestos para que el AVE sea para uso exclusivo de un determinado tipo de gente. Es un tren para todos, “de todos” ¡¡¡T-O-D-O-S!!!


Es lamentable que Miguel, después de recorrer medio mundo con su empeño, echando gran valor y muchas ganas y, habiéndosele quedado su minusvalía en cierto modo pequeña por su gran coraje; aparezca RENFE, con su impresentable insolidaridad confirmándose cómo la barrera de la vergüenza, infranqueable, gracias a su falta de interés por esta gente que también mueve el mundo.


BASTA YA, GRITAD TODO EL MUNDO CONMIGO BASTA YA, Y HACERSELO SABER A RENFE Y A QUIEN HAGA FALTA.


martes, 20 de octubre de 2009

Búho real: encuentro con una madre de armas tomar


Hay que considerar sin duda alguna, la valentía de un búho real desprotegido durante el día para, defender a sus crías.

Un territorio


Los nidos de búho real suelen instalarse comúnmente, en escarpes verticales de alturas diversas. La abrupta dificultad orográfica del terreno, depende de los materiales geológicos que la componen, como: yesos, calizas, o tajos arcillosos entre otros.

En cuanto a la abundancia de vegetación donde ocultar el nido, también repercute la orientación de los farallones; siendo la cara norte por la humedad acumulada y horario solar menos intenso, la que favorece una mayor cobertura vegetal.

La predilección selectiva de la oquedad, repisa, o fisura para nidificar, es labor de la hembra, y sus preferencias suelen ser muy amplias, dependiendo de sus exigencias individuales: desde espaciosas oquedades de tres metros de anchura por dos de altura; hasta un ajustado hueco de 50 cm. de anchura por 30 cm. de altura.

Los nidos y posaderos, son más habituales en umbría que en solana.

Hay también, nidos accesibles en la base del cortado, y otros, inabordables por su altura, ubicados en la zona media vertical a 40 metros o más.

Es increíble la diferencia de carácter entre ejemplares de la misma especie. La progenitora frente a mí, controla también, los ataques de otros enemigos que atacan por la retaguardia.


En el caso que nos ocupa, el nido además de accesible, -pues no superaba los 2 m. de altura del suelo-, se sitúa en un escalonado bloque calizo de no más de 15 m de altura.

Sin embargo, la cobertura vegetal reinante muy tupida de: romeros, aliagas, ephedras, sabinas negras, enebros, cornicabras, carrascas, etc., le ofrecen la necesaria protección durante el desarrollo de la cría.

Frente a este pequeño bloque rocoso, hay otro de mayores dimensiones (unos 70 m de altura), que es utilizado como alojamiento por la pareja de adultos de dicha rapaz nocturna durante, y fuera del periodo reproductor. Aunque no anidan en él, por la habitual algarabía del centenar de buitres leonados hacinados, que aquí pernoctan. Si lo utilizan como posadero, aprovechando la presencia abundante de poblados arbustos de todo tipo.

Esta imagen, revela la estrategia de la hembra al cambiar de lugar, quizás, buscando mi espalda para desconcentrarme.


Revisión de la zona de cría


La fecha crítica de desarrollo de los pollos había culminado, y éstos, ya no se hallaban dentro del nido. Era el momento ideal para abordarlo y, recoger despojos de las presas más interesantes que habían quedado abandonados. Todo el material de deshecho disponible, serviría para un posterior análisis alimentario del búho real.

Recién llegado a la base del nido, y amagar el ascenso, comienzo a escuchar de la hembra de búho real su estridente voz de alarma.- De todas las progenitoras de esta especie que conozco, es la segunda en reaccionar de modo semejante-. Por lo tanto, su estridencia vocal no me resultaba desconocida.

Las notas son cortas, pero muy agudas y audibles en toda la vaguada montaraz.

-El ulular del macho, es de tono más alto y grave que el de la hembra, a pesar de ser el primero, de menor peso y tamaño-. Sin embargo, la voz de alarma en la hembra, aunque es más aguda, suena más.

Enseguida vuelvo la vista, y la descubro al borde, en lo alto del farallón calizo mirándome fijamente y, apartada de la pequeña encina que le ofrece cobijo. Sus ojos, abiertos al máximo, apenas dejan destacar las imperceptibles pupilas perdidas en un mar anaranjado. Su dorso, con las plumas erizadas y las alas ligeramente ahuecadas, evidencian sin duda, una amenaza en toda regla.

Para cerrar el conjunto de detalles iracundos, el más impactante es; ver sus mechones filiformes (vibrisas táctiles blancas alrededor del pico) y los dedos de sus garras, ensangrentados. Seguramente, de haber alimentado a los jóvenes intrépidos, ocultos en las inmediaciones del nido.


Todo transcurre en torno a las 11 horas de la mañana. Quiero irme, y por ello provoco indirectamente la salida de la rapaz que vuela con decisión, rodeando perimetralmente mi ubicación.

Ya no sé qué hacer, porque cada movimiento mío, lo interpreta como una amenaza. Opto de inmediato por acomodarme, apoyado en la pared y mirándola a placer. Estoy asombrado por la valentía y arrojo de tan guerrera madre, y sin apartar su mirada de mí, va sorteando y esquivando todas y cada una de las aves hostigadoras que la asedian, como: cernícalos, mirlos, aviones roqueros, grajillas etc.

No he visto jamás, tanta entrega en defensa de la progenie, en rapaces.

Tengo que señalar, su capacidad simultánea de control hacia mi persona, y a la de los especímenes aéreos atacantes. Cómo no, sopesando también, la nefasta posibilidad de ataque del águila real cuyo territorio comparten. Casi nada, dos parejas del gran búho real en el mismo feudo que el de la reina de las aves, ésta última, depredadora ocasional de jóvenes búhos.

Territorio de la rapaz; incluidas dos hembras de cabra montés y un recental.


El carácter de una madre


No consentí la posibilidad de una tercera vez, y en prospecciones posteriores para controlar a los jóvenes, desaparecía solamente al oír la voz amenazante de la madre.

Pero no quiero terminar, sin comentar el placer de mí derrota (simulada), ante el audaz desafío del búho real.

Fue el año siguiente muy semejante al anterior, pero, esta vez la rapaz hiló más fino, quiero decir: con mayor presión amenazadora.

Me acechó a tan sólo 20 metros de distancia, porque el joven esta vez, se hallaba en la base del cortado completamente desprotegido. Era una vía de riesgo transitada por mamíferos depredadores. Le cogí rápidamente, lanzándolo con sumo cuidado a una repisa con vegetación abundante, y con vuelo torpe, logró ocultarse adecuadamente. No pasó desapercibida la acción presenciada atentamente por su progenitora, y ello, fue el detonante. Temía incluso, por mi integridad física. Quedé mirándola escasos segundos y reaccioné, ésta vez, le daría la batalla por ganada al salir corriendo.


De impresionante e indescriptible, detallaría la sensación que me provocaba al sentir aquella mirada espectral y de animadversión, incluida la fuerza sonora de chasquidos y desgarradores alaridos. Miré hacia atrás unos segundos, cuidando de no tropezar, y recuerdo sin lugar a dudas, esa sensación de victoria por parte de la hembra de búho real. Se regodeó desde la roca, con un gesto muy propio de satisfacción en las aves al sacudirse el plumaje, y acicalarlo después. Todo un ejercicio de calma posterior, a una labor ofensiva bien realizada.

De nuevo, y alejado ya, volví a mirarla. Se despachó con un potente vuelo de casi dos metros de envergadura y algo más de tres kilos de peso, ascendiendo con soberbia a su posadero habitual de la pequeña encina. Allí se ocultó a continuación, en su puesto estratégico de guardia.


Hembra acicalándose en su encame.

viernes, 16 de octubre de 2009

Araña lobo (Lycos tarentula)

 
La araña lobo (Lycos tarentula) es un arácnido de la familia Lycosidae (Lycos en griego significa lobo), aunque su nombre precisamente, no hace honor a las costumbres del cánido; sobre todo, en lo que a gregarismo se refiere.

Los machos adultos son menores que las hembras, y miden de 19 a 25 mm. Los pedipalpos, son más grandes y las patas proporcionalmente más largas. Su coloración es también más llamativa. La hembra es parda con marcas más oscuras y líneas en las patas. Mide de 27 a 30 mm. Los machos, alcanzan a vivir unos dos años, muriendo poco después de la madurez sexual. Las hembras más longevas, llegan a los cuatro años o más.

Excavan túneles en el suelo que sólo abandonan por la noche. El diámetro de entrada es de 2 a 3 cm, con una profundidad de unos 30 cm, forrada de hierbas y palitos unidos con seda para evitar los ataques del escorpión (Buttus occitanus), su más señalado depredador.

Habitan tanto espacios secos como húmedos, siempre que sean abiertos y soleados.

Las arañas lobo perciben el movimiento con sus ojos pequeños y luego enfocan con dos ojos de mayor tamaño. Pero siguen dependiendo sobremanera de los estímulos táctiles, con el que perciben las vibraciones cómo: los pedipalpos, y vellos sensibles conectados a terminaciones nerviosas.

Se abalanzan sobre la presa, la agarran con sus apéndices anteriores y la dan muerte con una picadura mortal. Su veneno, produce una lesión local en las personas que puede ser dolorosa, con inflamación y ampollas claras, que ceden espontáneamente entre los 4 y 7 días. No hay riesgo de muerte. Tranquilos.

Durante la reproducción, las hembras receptoras cubren el suelo con hebras de seda impregnadas con feromonas, es una señal para los machos. Antes de copular, el cortejo masculino consiste en emitir sonidos (estridulaciones), vibraciones (tamborileo del suelo) y exhibiciones. El macho abraza a la hembra desde arriba e introduce el esperma con sus pedipalpos.

Al cabo de 1-8 semanas aparece la primera ooteca (es el envoltorio esférico de seda para proteger y transportar los huevos). La hembra lo prepara de la siguiente manera: extiende en el suelo la seda con el abdomen mediante movimientos rítmicos hasta tejer una superficie uniforme y circular. Dentro, deposita la puesta y después la cierra uniendo y sellando los extremos hasta conseguir un envase circular. La ooteca queda adherida a las hileras de la hembra, quien siempre la lleva consigo: nunca la deja sola y, la defiende con fiereza.

Las crías suelen nacer al cabo de 3-6 semanas. La madre, transporta a su descendencia a todas partes en su dorso, infatigablemente. Éstas, desmontan en pequeños grupos para alimentarse y beber, volviendo a trepar a la madre.

A veces la hembra muere de vieja llevando las crías, quienes la devoran parcialmente, ya que están programadas para aprovechar toda fuente de energía.

La mayoría de las arañas (más de 34 mil especies) sobre todo, las de menor tamaño que buscan un nuevo territorio o emparejarse, lanzan su seda al aire y se dejan trasportar a cientos de metros, e incluso, centenares de kilómetros de distancia.

Terreno donde se fotografió a la araña lobo, cerca del río Ebro.

La primavera y el otoño, son estaciones propicias para la expansión de los arácnidos voladores, mediante el sistema aerostático, pero sin gas.

Aquí tenemos parte, de otra característica del otoño; la dispersión de las independizadas crías de araña.

Nuestra araña lobo, que tiene su descendencia durante estas fechas, como demuestra las fotografías realizadas en octubre, se dispersará por vía terrestre, como establece su conducta vital, arraigada a la firmeza del suelo.

Es la segunda vez, que tengo el privilegio de observar de cerca a una hembra con sus pequeños. Un placer.