sábado, 17 de noviembre de 2012

ROLINHA ROXA (Columbina talpacoti): la microtórtola.





Cuando fotografíe a la tórtola del alféizar no sabía que se trataba de un ave especial con historia incluida ¿Qué hacía allí la pequeña tórtola? Pues aguardar a que se abriera la ventana de la oficina para recibir alimento de su benefactor. Cuando el hombre abrió, al darse cuenta de mi atención e interés, sonriente, me enseñó una fotografía del ave comiendo los granos que le ofrecía en el interior. Me comentó que, a veces, impacientada, picoteaba el cristal. No faltaba ningún día a la cita, relataba amablemente y con enorme satisfacción. Además añadió, que disfrutaba mucho con ellas. Por cierto, una encantadora mujer también amante de las aves, fue traduciendo la breve conversación.
Es una pequeña tórtola de 17 cm de longitud y 47 gramos de peso, poco mas grande que un gorrión y menor que un estornino. Existe un ligero dimorfismo sexual en ambos géneros respecto al tamaño y coloración, mayor en el macho cuyo plumaje es marrón rojizo y cabeza gris-azulada; la hembra es parda.

Fue una de las especies más tempranas en habitar medios antropógenos que, como suele ocurrir en las columbiformes, tienen tendencia a éstos lugares donde los beneficios son innumerables. Es muy común en zonas ajardinadas y visitante de comederos artificiales.
Se alimenta de todo tipo de semillas silvestres que es capaz de consumir y, como las palomas, también, de restos comestibles desechados por los humanos.
Son belicosas a la hora de disputar alimento y territorio frente a sus congéneres, a pesar de agruparse ocasionalmente.

Como otras colúmbidas a la hora de nidificar, prepara una estructura de pequeñas ramas apelmazándolas con excrementos para darle consistencia; concluye  la obra con unas ramitas mas finas donde depositará dos huevos. El nido queda muy oculto entre la fronda de árboles y arbustos.

Abunda en cualquier población urbana brasileña así como en Méjico, Perú, Paraguay y Argentina.
Tortolita castaña, tortolita rojiza o palomita colorada es como se la conoce en sus lugares de distribución, siempre en diminutivo aludiendo su minúsculo tamaño.

  

Rolinha roxa (Columbina talpacoti) campeando en un espacio abierto rodeado de bosque.

 

  
Más sobre Columbina talpacoti:

http://www.birdlife.org/datazone/speciesfactsheet.php?id=2564


domingo, 4 de noviembre de 2012

Aquella balsa en un día de calor




Hembra de ganga común (Pterocles alchata)


No, no, no. No es lo mismo, sobre todo en días tórridos, ahuecar y llenar la palma de la mano con agua fresca del arroyo y llevártela a la boca mediante pequeños sorbos que amorrarte (como dicen en mi tierra) de cabeza directamente sobre el agua y succionarla hasta completar el cupo necesario de hidratación. Es el único modo de colmar la sed placenteramente y sentirse absolutamente satisfecho. Vamos, de mitigarla de un tirón sin incómodas pausas viendo con impotencia como escurre el agua entre los dedos. 

 
Hembra de ortega (Pterocles orientalis)

El modo de beber de diferentes especies de aves es lo que veía desde mi observatorio con mucha atención durante un día de calor agobiante y prácticamente insoportable. Cuando las aves se acercaban a beber a la charca perdida en el páramo, sólo las columbiformes (palomas y tórtolas) y las pteróclidas (gangas y ortegas) bebían directamente el agua sin necesidad de echar la cabeza hacia atrás para tragarla. Este fenómeno se conoce como  peristalsis y consiste en sumergir el pico hasta la comisura del mismo y bombear o succionar el agua mediante contracciones del esófago, como hacemos los humanos.
Otros ejemplos similares y rápidos para ingerir líquidos es el de las suimangas (Nectariniidae) y los colibríes (Trochilidae) que lo hacen mediante una lengua protráctil y acanalada. Los loros (Psittacidae) baten hacia arriba el agua provistos de una lengua gruesa y corta. Aunque no sumergen el pico hasta sus comisuras como palomas y gangas, ninguno de estos tres grupos necesita variar su postura para beber.
Las aves marinas, pelágicas, aquellas que se pierden mar adentro, pueden beber agua salada gracias a unas glándulas situadas cerca de los ojos y, mediante una función similar a la ejercida por los riñones al filtrar la sangre, la sal es eliminada por los orificios nostriles. 
Tal vez, lo más cómodo sea conseguir el líquido necesario de las mismas presas capturadas por sus depredadores o, mediante otro tipo de alimentos consumidos por otras especies igualmente adaptadas a los espacios áridos, esteparios o desérticos que, por eliminación de los desechos nitrogenados en forma de ácido úrico (uricotelismo) reduce la demanda fisiológica del agua.

 
Grupo de jóvenes palomas torcaces (Columba palumbus)

Abrasándome dentro del hyde, atendía visualmente los minúsculos y fugaces tragos de variados pajarillos mientras bebían, entraron entonces, recelosas, unas torcaces y unas ortegas, enchufaron el pico en el agua y la bombearon sin mover la cabeza con tragos que se adivinaban perfectamente. Una vez saciadas, la paladeaban complacidas y satisfechas al haberse quedado bien a gusto…y yo, desde el interior del hyde muerto de sed al haber consumido el agua de la botella, solo me quedó el consuelo de pensar desde mi desesperación: ¡así se bebe, si señor!

 
Pombão  (Patagioenas picazuro). Paloma de distribución meridional en Brasil; también presente en Argentina, Bolivia y Paraguay.

 
Urracas (Pica pica) bebiendo en la balsa.
Las narinas de la urraca de la izquierda quedan al descubierto mientras sumerge la mitad del pico para beber, no así en las columbiformes y pteróclidas que quedan bajo el agua. Mientras la urraca de la izquierda coge agua, la de la derecha, en la segunda fase, levanta la cabeza para que el líquido penetre por gravedad y, simultáneamente, vigila el entorno. Esta sucesión intencionada de vigilancia a la hora de beber es propia de muchas aves; unas vigilan mientras otras beben.


miércoles, 31 de octubre de 2012

Garzas y vida para los ríos; no tu basura.



Latas vacías de cerveza, de refrescos, tarros para el cebo, cajetillas y colillas de tabaco, bolsas de supermercados y de snacks, en fin; todos los restos de una velada de pesca al lado del río tuve que soportar cuando me acerqué para disfrutar de su paisaje.
Esa gente de la caña y el sedal, concretamente ésos domingueros que dejan las orillas de los ríos hechas un asco con sus desperdicios deberían saber que no, que los ríos no les pertenecen, ni deben menospreciarlos afeándolos con sus asquerosos desechos. No tienen ni idea de la dinámica de un río ni del aporte vital que destinan estas masas de agua a su entorno más próximo y a todos los seres vivos inmersos en sus entrañas, como tampoco de la importancia de su conservación para nuestras necesidades básicas. En los ríos no sólo han de existir peces que resuelvan su “extraño pasatiempo deportivo”, tiene que haber por encima de esos caprichos superfluos una biodiversidad protegida que contribuya al correcto equilibrio ecológico imprescindible en sus aguas, el mismo que al resto de personas nos gusta disfrutar. Por eso, ni los ríos son suyos, ni el monte es exclusivamente de los cazadores y, menos, de los escopeteros.
Han de estar los ríos limpios de basura, y no arrasar los sotobosques que los protegen. Tenemos derecho a disfrutar de las bellas garzas bordeando sus corrientes, del martín pescador, de la nutria, del cormorán o de cualquier animal que representa la vida de estos cursos tan castigados. No tenemos por que soportar el comportamiento repugnante de un determinado tipo de personas degradadoras de estos espacios naturales. Aquellos “pescadores” que intentan eliminar de nuestros ríos diversas especies catalogándolas de alimañas por sus intereses, sólo pretenden apropiarse mediante una razón absurda de los ríos de todos y, ser ellos, quienes los gestionen a su capricho y antojo.







En un día nublado y ventoso la garceta común (Egretta garceta) prospecta las aguas del río Ebro en busca de alimento. La pupila delata la trayectoria de su mirada atenta hacia sus presuntas presas y mi observatorio.

Esta reflexión de Salomé que aparece a continuación, está extraída de su blog Hervás en cuatro saltos, creo que muy acertada para cerrar la distinta visión o “razonamiento” que muchos tenemos sobre el trato a nuestros cursos fluviales y naturaleza en general.

SENTIDO Y SENSIBILIDAD

“Hay gente para la que la razón pesa más que el plomo y vale más que el oro. Hay gente que, por su tozudez, acaba perdiéndolo todo pero vive feliz porque “yo tengo aún la razón”. Hay gente para la que la razón, su razón, es como el árbol que te tapa el bosque. Porque tan obsesionados viven por conservar su razón a toda costa, que en ella mueren ahogadas todas las razones. Hay gente que por su razón, por la quimera de esa puñetera razón absoluta que nunca ha existido, se pierde todas las verdaderas razones. Ésas que la vida ofrece pero ellos se empeñan en ignorar. Porque, gracias a las orejeras y los tapones que cuidadosamente se colocan, tiene los sentidos anestesiados".
(Salomé Guadalupe Ingelmo. Hervás, 10 de Junio de 2010)


                                             Garceta grande (Egretta alba)



Garza real (Ardea cinerea)

viernes, 12 de octubre de 2012

Por fin, pude ver a la Paloma Migratoria.

Paloma migratoria hembra; Passenger pigeon (Ectopistes migratorius).

“Sólo era posible recoger unas cuantas de las innumerables aves abatidas y muertas que había por el suelo, que siguieron derribándose de los nidos y cargándose en una fila casi ininterrumpida de carros, mientras el suelo se llenaba cada vez más de pájaros vivos, agonizantes, muertos y putrefactos…El horror duró mucho tiempo, demasiado…Unos enanos con apariencia de hombres, vestidos con ropas viejas y harapientas, con la cabeza cubierta por una tela basta y calzados con zapatos viejos o botas de goma, iban de un lado a otro armados con palos y mazas y abatían los nidos, mientras otros árboles se desplomaban y se quebraban sus ramas repletas; todo para acceder a las crías de los pájaros.”

“El espectáculo que Etta Wilson (Michigan, Estados Unidos) observó en 1870 con sus ojos de niña fue el principio del fin de las palomas migradoras  norteamericanas.”

Paloma migratoria macho; Passenger pigeon (Ectopistes migratorius).

Esta manifiesta crudeza reseñada en el libro Life counts (La extinción y sus causas) vivida por la pequeña Etta, marcó en su memoria seguramente, aquel penoso momento de caos irracional llevado a cabo por la avaricia desenfrenada de aquellos que perdieron, sin duda, el sentido común.
En la entrada que dediqué a la paloma migratoria (Ectopistes migratorius) con el titulo de “Martha: la triste historia de un final”, podéis leer algo sobre la breve existencia de esta especie que, a pesar de componer bandadas de más de mil millones de ejemplares, fue desapareciendo por obra del hombre en tan sólo cuatro décadas.

 

No voy a negar que aquel día en el museo me produjera cierta congoja, angustia, no sé… verlas en primer plano tras el frío cristal, donde descansaba esta pareja de palomas migradoras en el Natural History Museum de Londres. Ya intenté verlas en el Museo de Ciencias Naturales de Madrid en los años ochenta, pero, no la tenían.
Reconozco que Londres es una ciudad maravillosa, pero he de confesar que este viaje precisamente, fue realizado ex profeso para ver lo que nos quedó de aquella preciosa especie que tan bien ilustró y relató sobre su encauzado exterminio el naturalista J. James Audubon, considerado el primer ornitólogo de América.

Fachada del Natural History Museum (London). Desde 1881 este soberbio edificio alberga en la actualidad unos 70 millones de especimenes.

 
El espacioso interior deja ver la meticulosa construcción muy detallada, desde donde preside la sala una escultura de Charles Darwin.


sábado, 6 de octubre de 2012

HYDE PARK; LONDON CITY.


8 -9 -2012
Fruto del tejo; Yew (Taxus baccata) Hyde Park.

No sólo hay buenas observaciones de fauna silvestre en el monte, los parques, sobre todo los respetados y cuidados por sus transeúntes, son un auténtico filón para disfrutar en primera línea de las habilidades de sus inquilinos alados y terrestres.

Hyde Park es un parque municipal ubicado en la zona central de la ciudad de Londres. Su tamaño es de 1.4 km² y se inauguró en 1637; fue sede de la Gran Exposición de 1851. Antes de abrirse al público, estaba cercado como un parque de venados y usado para la caza.

Al acercarme al lago en un estupendo día soleado, lo primero que encontré fue a una persona con su carrito de compras y una bolsa llena de pan que, poco a poco, fue vaciando y repartiendo entre las aves acuáticas. Todas agrupadas esperaban ordenadamente la ocasión para lanzarse oportunamente hacia el alimento. Terminada su encomiable tarea, el buen hombre, observó, como no puede ser de otro modo, su labor solidaria con satisfacción. Anteriormente, quedé embelesado mirando con curiosidad y a una distancia prudente, como una solitaria mujer ofrecía también manjares sobre la palma de su mano y, como con paciencia absoluta, esperaba a que bajaran del ramaje de un árbol herrerillos y carboneros. No me atreví a fotografiarla pero, reconozco que estaba muy familiarizada con ellos.

Pero volviendo al lago, frente a las aves expectantes, nos tocó el turno a nosotros. Por fortuna, todavía tenían hambre. Curiosamente, siempre hay aves de tamaño medio y pequeño que merodean cerca de la orilla; ánades, porrones etc, junto a fochas comunes y alguna gallineta. Las gaviotas ocupaban la zona más alejada. La jerarquía se establece siempre del mismo modo; haciendo uso de la fuerza, el tamaño es determinante. Las aves más ágiles explotan su capacidad acrobática para sacar bocado, como las gaviotas reidoras que, aunque no tienen la fuerza natatoria de los patos a pesar de sus palmeadas patas, si los aventajan con la habilidad de su vuelo. Por eso una gaviota partiendo en vuelo desde el agua, alcanzaba un punto determinado antes que un pato lo hiciera nadando. Los ánades reales adelantados a las fochas, porrones moñudos, pato mandarín, gallinetas y gaviotas reidoras, eran los que tenían el mando. Todos buscaban un espacio a su alrededor bien defendido de otros congéneres, incluyendo otras especies. Las gallinetas, sin membranas interdigitales, carecen de la velocidad de patos y fochas (estas últimas con membranas lobuladas) y, su pequeño tamaño, las relega a las últimas posiciones delante de sus jóvenes vástagos. Con la llegada de los gansos del Nilo y barnaclas canadienses los anteriores comensales van abriéndoles hueco y, posteriormente, llegan los ánsares que apartan a éstos últimos. Al final, la cúspide de la pirámide jerárquica la ocupan los reyes del lago, que son los cisnes. El tamaño impera.

Evidentemente, este orden establecido es menos violento que en estado salvaje. De algún modo, las aves del estanque aprenden gracias a su interacción diaria aun siendo el alimento abundante, que basta con leves intimidaciones para abrirse camino entre los competidores. Como en las aves de granja no enjauladas, hay dominantes y dominados.
Alimento y un territorio para criar, como defienden los etólogos, son intereses cruciales muy peleados por las aves, sobre todo silvestres. Y, el invierno, es la estación más crítica para las más débiles que compiten por la comida con sus congéneres. Las aves al agruparse se benefician de una cobertura eficiente para vigilar la presencia de predadores y, por supuesto, suman más ojos para detectar fuentes ocultas de alimento. Pero, también provoca una alta rivalidad entre ellas y, las más fuertes, tienen prioridad ante cualquier hallazgo a pesar de que el individuo débil que lo haya encontrado advierta durante un forcejeo su inferioridad. Éste dejará paso al dominante, precisamente, para evitar el combate, ya que un nefasto percance le impediría la oportunidad de buscar alimento en otro lugar.

Por otra parte, parece que la obstinación de continuar la batalla podría responder a ciertas y equilibradas posibilidades, que darían como vencedor a cualquiera de las dos aves. Estas luchas ocasionalmente cruentas que pueden acabar con uno de los contendientes muerto, generalmente, se producen por la pretendida ocupación de un territorio. En cualquier caso, si uno de los interesados en adjudicarse dicho territorio advierte que sus posibilidades son escasas a pesar de la imperiosa necesidad de procrear, su retirada resultaría ventajosa, puesto que todavía tendría opciones de ocupar otro territorio, algo inalcanzable si perdiera la vida en una lucha sin posibilidades.

Resultan simpáticas las aves en  parques de este tipo pero, ese conjunto de aves aparentemente bien allegado, es producto de la abundancia de alimento ofrecido por gente que disfruta de su presencia. El mundo y su fauna lejos de estos espacios urbanos, desgraciadamente, es bastante más selectivo y, por lo tanto, más crudo.

                     
Focha común; Coot (Fulica atra) localizando plantas subacuáticas.

Sumergiéndose...

Emergiendo con la recolección.

Paloma torcaz; Woodpigeon (Columba palumbus) consumiendo frutos del majuelo (Crataegus monogyna).

Desde lo alto del paseo, una garza real; Grey Heron (Ardea cinerea) se solea ante la mirada atenta de los transeúntes. 

Porrón moñudo; Tuffed Duck (Aytya fuligula) muy presente en las peleas por la comida.

Posadas en los amarres del lago, las gaviotas reidoras; Blak-headed Gull (Larus ridibundus) aguardan su oportunidad observando atentas a las personas con bolsas de plástico.

Gaviota reidora; Blak-headed Gull (Larus ridibundus) en plumaje invernal.

Ganso del Nilo; Egyptian Goose (Alopochen aegyptiacus) en atención y dispuesto para los lances.

Ganso del Nilo ilustrado en un papiro egipcio con textos jeroglíficos (British Museum).

La gallineta; Moorhen (Gallinula chloropus) ocupa la zona de maraña vegetal desde donde aparece cuando atisba transeúntes con alimento.




Bueno, aquí entramos en otra sección; la del pájaro de limpieza del parque. Es una corneja negra; Carrion Crow (Corvus corone) y está consumiendo los restos de una rata gris Norway Rat (Rattus norvegicus) en la zona ajardinada donde descansa y pasea la gente. Buen trabajo.



Una de las especies más simpáticas de este recinto es la ardilla gris; Mexican Grey Squirrel (Sciurus aureogaser), originaria de Guatemala y del este y oeste de México. Fue introducida en Reino Unido donde se ha expandido con éxito.  


Es un verdadero placer dar de comer de la mano a una paloma torcaz; Woodpigeon (Columba palumbus). Una paloma que se ha sumado también junto a la paloma doméstica, a las bondades del oportunismo ofrecido por parques y ciudades.

Las palomas, más confiadas, rodean y abordan a todo aquel que aporte comida. Si uno la lanza a los patos, ellas siempre están debajo picoteando las migas que caen de los jirones del pan.

Una joven gallineta descubre el beneficio de tierra firme al abandonar el agua donde sus posibilidades de competir con el resto de acuáticas eran inciertas. 

La garza real; Grey Heron (Ardea cinerea) es un ave muy desconfiada. Al sentirse descubierta en su medio natural, emprende el vuelo emitiendo una voz ronca y áspera muy audible.
Me llamó la atención esta estampa entre la persona y la zancuda donde sobran más palabras.

El cormorán; Cormorant (Phalacrocorax carbo), muy especializado en la pesca, no acude a los visitantes para comer. Aunque había cormoranes soleándose en el parque, éste fue fotografiado al día siguiente mientras reposaba bajo la espectacular construcción del Parlamento Británico a orillas del Río Támesis.



Y…,en el Río Támesis, fue donde disfruté de la agilidad de las gaviotas reidoras después de avituallarlas sobre el agua mientras revoloteaban supuestamente desordenadas. Pasamos seguidamente, a lanzarles la comida al aire desde donde la capturaban con una pericia manifiesta digna de asombro. En el aire me parecieron más ordenadas, ya que formaron un carrusel y cada una daba buena cuenta de su turno gracias a su habilidad.

Para terminar esta entrada que, espero, os haya entusiasmado, quiero recordar a una persona muy entrañable y amiga de estos paseos por los parques, sobre todo, a la hora de disfrutar con los animales que los habitan. Me refiero a Clariana http://pensaipinta.blogspot.com. Muchísimo ánimo y esperanza para tu pronta y definitiva recuperación.