martes, 24 de septiembre de 2013

El rincón del cárabo (Strix aluco)




Sé que os puede resultar extraño un campo con  puertas pero, en éste caso, el territorio de un cárabo que conozco si las tuvo; ahora, tan sólo queda el marco de la entrada. Es un lugar solitario y abandonado tras la despoblación rural, gente que tomó rumbo a las ciudades como mejor alternativa. Frente al muro de piedras que separa la propiedad, hay un minúsculo bosquecillo de vetustos chopos cabeceros, a los que se les cortaban las guías para que generaran más vástagos y fueran utilizados como vigas para los techos en la construcción de casas. El lugar es realmente acogedor como paseo hacia las imponentes moles calizas que bordean el río Mesa. Atravesando el portal, se accede a un espacio de nogales cuyo perímetro, además del tapiado, lo cierra un cortado rocoso y el río; es un lugar muy bien guardado. Allí me gusta seguir los rastros que deja el cárabo bajo algún nogal utilizado de posadero, esperando que los roedores, acudan a comer las tentadoras nueces esparcidas bajo sus ramas. Precisamente, hoy, veo mucho plumón e incluso, dos rémiges secundarias de la rapaz nocturna, excrementos y alguna egagrópila. Registro la enorme hiedra aferrada al tajo calizo y, como sospechaba, está plagada de plumones del cárabo fruto de tantas entradas y salidas. 
 
Mientras desvalijo los restos desechados por la estrigiforme, ésta observa atenta mis movimientos, eso sí, muy discretos; sospecho que tras los hallazgos, la rapaz de la noche no puede estar lejos. Cuando miro hacia arriba, se me corta la respiración al coincidir nuestras miradas. Rápidamente lo evito, no quiero que advierta que lo he localizado y emprenda la huída, así pues, me da el tiempo necesario para hacerle unas fotos antes de abandonarlo. Le ampara la sombra de la majestuosa hiedra evitándole la luz solar directa desde donde pasa muy desapercibido.
Esa mirada fría del cárabo a través de sus ojos color azabache y, a pesar de su inmovilidad diurna, me hicieron recordar, como siempre que lo veo, su fiereza. Con algo menos de un kilo de peso, fue capaz de reventar un ojo al famoso fotógrafo de la naturaleza Eric Hosking, atacándole cuando pretendía fotografiar los pollos de su nido.


Es precioso, indudablemente, a pesar de reconocer en mi infancia mientras miraba la lámina del Instituto Nacional para la Conservación de la Naturaleza (ICONA) donde aparecían dibujados nuestros búhos, que el cárabo, era la nocturna menos agraciada de todas, por carecer de penachos cefálicos y del intenso amarillo de los ojos, muy vistosos en el resto. La lechuza carece de ambos detalles pero, su plumaje, en cambio, es el más bello de todos. Rectificando y meditando, comprendí que todos los animales maravillan por sus cualidades específicas.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

31 Carricerines cejudos anillados en Gallocanta


Con enorme satisfacción nos recibía Carlos Pérez a punto de culminar la jornada de anillamiento el pasado 31 de Agosto en esta sobresaliente laguna endorreica. Las precipitaciones lluviosas han devuelto el esplendor a esta planicie donde se ubica el humedal de mayor altitud de España. Y en parte, el éxito de aves anilladas con la cuenca inundada algo ha tenido que ver a diferencia del año pasado, que fue de tan sólo 5 capturas sin agua en la laguna. La estación de anillamiento dedicada preferentemente al control migratorio postnupcial del carricerín cejudo, nos puede sorprender además, con especies escondidizas de todo tipo, de las que escucharíamos sus voces pero, no veríamos en condiciones normales: buscarlas y carriceros están adaptados a determinados nichos ecológicos de vegetación muy apretada, donde pasan desapercibidos hallando y capturando gran variedad de invertebrados de los que se alimentan.
Pero, como comentaba, la estrella del trabajo de seguimiento es el vulnerable carricerín cejudo. Sus pasos migratorios postnupciales aparecen desde la 2ª quincena de Julio hasta la 2ª de Septiembre (puede alargarse hasta Octubre). Señala Carlos que, la estancia de paso de estas aves oscila entre los seis días, aprovechando la abundancia y la idoneidad del espacio palustre para avituallarse y ganar peso con buenas reservas de grasa con las que continuar su viaje transahariano. En las recuperaciones, los pesos oscilaban entre los 2 y los 6 gramos ganados; el primer año recuperó uno con 9 gramos. Algunos, sufrían pérdidas de peso que recuperaban posteriormente en el mencionado espacio de tiempo.
Aunque la estación de anillamiento para esta joya amenazada todavía es joven, la importancia de la Laguna de Gallocanta para el carricerín cejudo por su valor indiscutible como lugar de paso, deja de manifiesto la necesaria labor de continuar protegiendo este enclave húmedo y salino.
Carricerín cejudo juvenil (Acrocephalus paludicola). De los 30 ejemplares capturados, tan sólo uno era adulto.
 Tomando medidas biométricas.
 Carricerín común (Acrocephalus schoenobaenus)
Diferencias en la librea dorsal del carricerín cejudo y carricerín común.
Las marcadas listas superciliares o "cejas" son similares en las aves vistas de lejos, sobre todo de perfil, como el resto del plumaje. A menudo se confunden ambas a causa de su similitud.
Una vista superior muestra la diferencia mas notable entre los dos carricerines; el cejudo en la parte derecha, muestra una franja pileal de color crema, carente en el carricerín común.
 Buscarla unicolor (Locustella luscinioides)
Buscarla unicolor: la forma cuadrada de las rectrices plegadas se transforman en un redondeado abanico durante la exhibición nupcial gracias a la cortedad escalonada de las rectrices externas.
Buscarla pintoja (Locustella nevia)
El diseño moteado de la buscarla pintoja llega hasta las infracobertoras caudales, una muestra muy útil para su identificación.
Se anillaron muchas mas especies no menos interesantes pero, quiero concluir con la eterna golondrina (Hirundo rustica) que en su primer viaje volará documentada, espero, que por muchos años.

miércoles, 28 de agosto de 2013

243V Cigüeña de Plaza Utrillas (Zaragoza)


El otro día, recibí un correo de José Antonio Pinzolas socio de Ansar (Asociación Naturalista de Aragón). Él estuvo presente durante el traslado de la  chimenea de Plaza Utrillas y pendiente de la correcta y definitiva ubicación del nido de las cigüeñas en lo alto de dicha construcción (1998). Entonces, no existía ninguna otra pareja en la ciudad de Zaragoza. Para mí, y me imagino que también lo serán para vosotros, los datos que me envía son interesantes por la curiosidad que siempre despierta la información de un individuo al que vemos en fotografía pero, del que desconocemos su vida privada. Me refiero a la cigüeña anillada en lo alto de la chimenea que, gracias a la generosidad de José Antonio y los observadores que aportaron sus datos, podemos hacernos una idea del recorrido peninsular de éste ejemplar anillado en un pueblo de la provincia de Zaragoza que acabó anidando sobre una vieja chimenea, ya histórica, de la misma ciudad.

243V

Anillada el 19-5-1999 en Marlofa (Zaragoza).
Vista el 13-9-2001 vertedero de Miramundo (Madrid).
Vista el 18-12-2002 Brazo del Este (Sevilla).
Vista el 4-12-2003 Hato ratón (Huelva).
Vista el 12-11-2003 Hato ratón (Huelva).
Vista el 20-11-2003 Hato ratón (Huelva).
Vista el 29-11-2010 río Ebro (Zaragoza).
Vista el 19-2-2011 nidificando en la Catedral de La Seo, lleva varios años anidando en la espadaña de la parte de atrás.
Vista el 4-7-2011 criando en iglesia junto Puente Hierro.
Vista el 25-2-2012 posada en la espadaña de La Seo junto a otra con anilla metálica en la parte de arriba de la pata.
Vista el 8-4-2012 río Ebro (Zaragoza).
Vista el 24-5-2012 río Ebro Junto Puente Hierro (Zaragoza)
Vista 28-9-2012 Vertedero residuos Zaragoza.
Vista el 21-11-2012 Cartuja Baja (Zaragoza).

                                        

jueves, 22 de agosto de 2013

Aguilucho lagunero y milanos negros



Y después del blanco, el negro; aunque en principio, el negro, iba antes que el blanco. Otra vez, como siempre, los milanos se fueron, desaparecieron con su sello discreto tan característico hace unos días. Apenas unas concentraciones en el soto levantaron mi sospecha como prueba de su presunto viaje de vuelta. Otra vuelta, otro año más u otro año menos, según se mire para unos o para otros. El caso es, que de nuevo, los milanos negros se fueron. Les preparé la última comilona del año, sabiendo que haría falta la presencia de otra especie para animarlos a bajar. Esa es, como siempre, la intrigante espera en el escondite ¿quién será el primer catador?...en este caso, una hembra de aguilucho lagunero (Circus aeruginosus) preciosa, como sus ojos ambarinos.
En un lugar diferente, como hago cada vez que monto el hyde, deposité despojos de carne para realizar algunas fotos, preferentemente de milanos negros (Milvus migrans). Simplemente, con disfrutar de la presencia de laguneros y milanos o de lo que sea, me considero satisfecho. El momento de espera no fue tedioso al aparecer temprano el lagunero, dando paso su presencia, a la bajada de los desconfiados milanos negros. La variedad de especies en estos casos es siempre limitada, conocida de sobras pero, con el aliciente de alguna sorpresa en el comportamiento de cualquiera de ellas. Destacaría la belleza y variedad de los plumajes juveniles de los milanos negros, así como su comportamiento tranquilo ante la comida, sobre todo, con la dominancia del lagunero que, en una ocasión, tuvo que estirar la garra para que ninguno se acercara más de la cuenta. Uno de los jóvenes era tan novel que tenía fijación con el pico de los demás comensales, como esperando ser cebado por cualquiera de ellos.
Antes de emprender el vuelo, satisfechos por la oportunidad de comer, me sorprendió su mirada fija hacia los restos de carne; quién sabe si  por memorizar la localización o, el reparo por abandonarla….



Poses intimidatorias de la lagunera. No fue muy severa con los pipiolos. 





Mirando los despojos después de saciarse.  Tiene las plumas tan bien ordenadas que me recuerda a los dibujos de Olegario del Junco.


Limpieza del pico contra la rama seca. Poco le falta  a este ejemplar para alcanzar el bello plateado de la cabeza.
Que pena no poder averiguar de su propio pico cuál es la razón de esa última mirada a la carne que se queda después de la satisfacción de llenar el buche.

sábado, 17 de agosto de 2013

EL ÁGUILA BLANCA (Circaetus gallicus)



Sonó la flauta gracias a mi amigo Adérito, que fue quien me indicó la existencia de este error genético convertido en inmaculada culebrera. Es una rapaz realmente bella con su plumaje común pero, la blancura le sienta también de maravilla. Costó tiempo acercarse a esta criatura leucística, sin embargo, reconozco, que bien mereció la pena para mostraros a los que ojeáis alguna vez el blog, la impresión visual de una rapaz como el águila culebrera vestida de blanco, como la nieve, como las estrellas…







lunes, 12 de agosto de 2013

LAS CIGÜEÑAS DE PLAZA UTRILLAS (ZARAGOZA)



La semana pasada, trabajé en un piso con una vista espectacular de la plaza Utrillas y su simbólica chimenea ocupada por una pareja de cigüeñas. Todas las mañanas estaban en su nido, precisamente, cuando me daba el sol de frente. Por la tarde, con el sol a favor, les tocaba la visita al río Ebro. Os dejo una breve historia de esta plaza, la chimenea y sus inquilinas.

 

Fue un espacio boyante en sus mejores años, cuando se construyó la estación de ferrocarril en 1857 con el nombre de Cappa por ser éste su impulsor y, posteriormente, conocida como de Utrillas por su trayecto hacia las antiguas minas de carbón de la mencionada localidad. Estuvo la línea del tren dedicada principalmente al transporte de personas y más tarde al del negro mineral, realizando un importante servicio a los habitantes de Zaragoza y las poblaciones del Bajo Aragón. Debido al auge ferroviario, nació el barrio zaragozano de Montemolín.
El último tren funcionó el 15 de enero de 1966. De todo aquello, quedaron dos edificios de bella arquitectura pertenecientes a la estación, salvados por la perseverancia vecinal de las garras de los especuladores inmobiliarios. Gente luchadora que no estaba dispuesta a perder tan emblemáticas edificaciones. La chimenea también se salvó, y fue ocupada por una pareja de cigüeñas. Por aquel entonces (década de los 90), todavía viajaban al territorio africano a pasar el invierno. El dicho de “por San Blas la cigüeña verás” quedó anticuado para estas zancudas al descubrir las oportunidades y beneficios de los vertederos; migrar era ya, un absurdo gasto de energía. Gracias a los vecinos y amantes de las cigüeñas, insisto, batallando sin descanso, el nido no se derribó, pues era la intención de la constructora para eliminar trabas a su proyecto. Para su traslado en 1998 -ya que en ese punto iba un centro comercial- se preparó una estructura metálica que recubría toda la chimenea. Introdujeron un tubo metálico y se rellenó de hormigón para compactar los ladrillos desde dentro. Las 140 toneladas de chimenea se movieron con dos grúas en 6 fases para recorrer los cien metros hasta su emplazamiento definitivo. El coste fue de unos 25 millones de pesetas.
Entre los cretinos de la constructora de viviendas que incomodaron intencionadamente a las cigüeñas con todos los medios posibles para ahuyentarlas y los necios prendiendo fuego en la base de la chimenea para hacer la gracia, estas aves soportaron estoicamente la mala fe de esta gentuza hasta que todos los interesados en su protección pusieron fin a tanta desfachatez.

La entrada va dedicada a ellos, por perseverar en la protección de un bien común para el barrio y la ciudad.

 
 (Anilla 243 V)