lunes, 24 de agosto de 2015

3 AÑOS DEL ASESINATO DEL LOBO MARLEY

aniversario muerte marley 2015





El 21 de Agosto de 2015 se cumplieron 3 años del asesinato dentro del Parque Nacional de los Picos de Europa de un joven lobo que era objeto de estudio científico con collar GPS.
Ese joven lobo se llamaba “Marley”.
 Fotografía del autentico lobo "Marley"
Fotografía del auténtico lobo "Marley"    
El seguimiento de Marley con un collar GPS-GSM comenzó cuando el aparato le fue colocado el día 29 de octubre de 2011, siendo cachorro, por técnicos contratados por el Parque Nacional. A través de ese collar descubrieron que el joven lobo hizo todos sus desplazamientos por el macizo de Ándara, vertientes Asturiana y Cántabra frecuentando en ocasiones las zonas externas al Parque Nacional de los Picos de Europa. Les aportó nuevos conocimientos. Vieron que la manada se movía en zonas administrativas distintas con normativas distintas (los lobos no entienden de fronteras). Pronto descubrieron gracias a él, que donde se creía la existencia de diferentes lobos era realmente la misma manada, la suya.
Gracias a él SE ENCONTRÓ CORRELACIÓN POSITIVA ENTRE CONTROLES Y DAÑOS EN CUANTO A QUE CUANDO SE MATAN LOBOS EN OTOÑO, INVIERNO, PRIMAVERA, AUMENTAN LOS DAÑOS EN EL VERANO. Según los datos que se iban conociendo, los años en los que se hacen más controles en el Parque, antes de subir el ganado a los pastos, en ese verano habrían más daños. Otro dato: no hay más daños los años en que hay reproducción en las manadas. Los controles llevan a conflicto crónico. Los daños en esa zona son a ganado menor SIN PROTECCIÓN pastando en extensivo en época de pastos.
Después de 52 jornadas nocturnas para poder proceder al radiomarcaje de Marley, el día 21 de agosto de 2012 en la zona de Cabrales- Tresviso (Cantabria y Asturias) por el Consorcio Interautonómico del Parque Nacional de los Picos de Europa, Marley fue abatido. Fue la misma dirección del Parque la que acabó así, de un tiro, con su vida y con una inversión superior al medio millón de euros.
El mismo collar GPS que aportaba datos tan importantes sobre el comportamiento de los lobos, fue el que guió a sus verdugos hasta él. La dirección del Parque Nacional de los Picos de Europa informó al Patronato que, a fecha 24 de julio de 2012, el dispositivo había recepcionado 5.054 datos y añadió que continuaba emitiendo. Resultó por tanto muy sencillo dar con él y abatirlo. Tan sólo había que seguir la señal del satélite.
Lobo Marley
El Parque Nacional de los Picos de Europa pagó en 2011 exactamente 149.914,84 euros a Tragsa para el “Seguimiento de manejo de fauna 2010-2012″ y pagó a ARENA S.L. exactamente 125.000 euros para el “Seguimiento de las Poblaciones de Cánidos”. Además pagó 55.189,90 euros para “Asistencia Técnica para la captura en condiciones de seguridad controlada, radiomarcaje y seguimiento satelital de lobos” en 2010 y 59.062,50 euros para el mismo concepto en 2011.
Pero aquí no terminó la desgracia para los lobos que eran objeto de estudio científico.

Naule fue capturada después de morir Marley.
Naule fue capturada después de morir Marley.
Naule era de la zona Valdeón-Gildar. En la Reserva de Caza de Riaño, que coincide con el Parque Nacional de los Picos de Europa. Allí entraron cazadores externos con permisos de la Administración, del Parque y de guardas, estuvieron trampeando hasta que después de 41 noches cayó la cachorra.
Ella cayó el día 10 de octubre 2012. Tendría 5 meses o menos. Su collar seguía dando datos…

No pasó mucho tiempo tras la confirmación de la muerte de Marley, cuando convocados en redes sociales por Luis Miguel Dominguez nació esta asociación que lleva el nombre de ese joven mártir, ese lobo que nos hizo cambiar a todos y que nos embarcó en ésta lucha que tiene como único objetivo la PLENA PROTECCIÓN DEL LOBO IBÉRICO EN ESPAÑA.
"Por ese joven lobo, injustamente asesinado, cada 21 de agosto removeremos conciencia y gritaremos muy fuerte su nombre. Con la muerte de Marley no sólo se derrocharon miles de euros de las arcas publicas, sino que también se echó por tierra el prestigio de la ciencia y de los profesionales que se dedican a los estudios de fauna".
Hoy en el aniversario de su muerte, podemos confirmar que un equipo de producción de EEUU esta en España realizando un documental para National Geographic en coordinación con Lobo Marley sobre la historia de la subasta (en la que muchos de vosotros participasteis), la difícil situación que sufre el Lobo ibérico en la península con tantas legislaciones distintas para la gestión de una misma especie. Será la historia del “indulto” de Almeida y Viriato contada por sus protagonistas…

domingo, 16 de agosto de 2015

Comienzan a caer y accidentarse algunos jóvenes buitres leonados


No hacía nada más que llegar al pueblo y María, sabedora de mi afición por los animales, me advertía de la existencia de un buitre leonado en la calle, oculto en un espacio tobáceo donde suele haber aparcada una mula mecánica. Llevamos varios días avisando a los forestales y nos dicen que no pueden venir porque están de retén, que no tienen gente para venir a buscar al pobre animal, dice María. En fin, un descontrol total. Ahora iré a por él en cuanto descargue la furgoneta, le digo. Por un buitre algunos agentes de medioambiente apenas se molestan, escucho también.


Como pinzas de precisión, el buitre leonado extrae toda la masa muscular del hueso limpiamente.

La gente hace lo que puede y, cuando llego al lugar donde se oculta La rapaz, veo un cuenco lleno de pan mezclado con agua que, tal vez, el líquido haya mitigado algo su sed pero, por otra parte, se ve que no ha probado bocado.  Antes de que cierren las tiendas, me desplazo al pueblo siguiente para comprarle algo de carne. No voy a darle demasiado, seguramente, la rapaz lleve bastantes días sin comer y no le conviene atiborrarse. Su desconfianza innata le impide comer de la mano del hombre pero, insistiendo algo, sin necesidad de abrirle el pico se lo piensa mejor y engulle unas tiras de carne humedecidas con agua. Al repetir la operación por la tarde, el buitre ya lo sabe, prestándose raudo a recibir  la ansiada carne.
Cada vez que tengo a un animal frente a mí, quedo embelesado, no por ver al animal en sí ni por la especie en cuestión, es algo mas grande, es la maquinaria morfológica y anatómica del ser vivo, del organismo perfectamente adaptado a sus funciones específicas lo que colma mi curiosidad.
 
Después de una buena comida toca arreglar el desordenado plumaje.

La naturaleza debería estar en manos de personas concienciadas de su importancia y conservación, y no en la de las instituciones cuya politización e incompetencia es siempre nefasta. Gracias a la acción altruista de los voluntarios, la protección del medioambiente no es un caos.
Actuar sin remuneración siempre es un acto de valor añadido. Hay agentes de medioambiente que son apasionados de esta profesión por amor a la naturaleza y se desviven por ella; otros no tanto, sólo se acogen a un sueldo estable y garantizado, sin más.
Me tocó trasladar al buitre, muy gustosamente, faltaría más, y lo cedí a la veterinaria que se encontraba en el centro de recuperación en ese momento el día 31 de julio.
 
Y, una buena cabezada para reposar la comida.

Ayer pregunté por el desafortunado buitre y me dijeron que estaba muy mal; fractura de húmero muy astillado, esternón hundido y coágulos de sangre en la cabeza (hubo que sacrificarlo). No adelantar su muerte hubiera significado esperarla durante escasos días de agonía. Las heridas ya no tenían solución me dijo cabizbajo Juan, sentado frente el ordenador en el Centro de Recuperación de Fauna Silvestre de Zaragoza.


De nuevo, gracias a todos que dedican su tiempo altruistamente para cuidar la cada vez más deteriorada naturaleza.

No hay que pensar sólo en el desgraciado final del buitre, evitar su lenta agonía para morir de hambre y deshidratación es mejorar levemente su final.

domingo, 9 de agosto de 2015

Otro nido de búho real (Bubo bubo)



Observar y observar; me gusta seguir las evoluciones de los animales en todas las ocasiones que se me presentan, sean mamíferos, reptiles, aves, insectos etc. durante su quehacer diario. El balance final de todos los seguimientos suele dividirse entre satisfactorios y decepcionantes. Las decepciones se originan por unas expectativas optimistas  y bien encauzadas que, al final, terminan de un modo completamente inesperado.


Vista al exterior desde un posadero de búho real.


Las plumas dispersas por el territorio del gran búho daban fe de las buenas expectativas de cría el año anterior en esta pareja y, así debió de ser, por otra parte, dada la abundancia de restos de presas.
Este año, puse algo más de interés para localizar el nido en esta zona que había olvidado temporalmente. Con ayuda del telescopio, descubrí a la hembra de búho real echada en una oquedad bastante ajustada. La rapaz no parecía excesivamente molesta con mi presencia permaneciendo con los penachos oblicuamente levantados. Su mirada fija, con los ojos entreabiertos, denotaba cierto recelo de carácter leve. Después de observarla detenidamente comprobé, por sus movimientos cuidadosos, que tenía pollos; no sabía cuántos pero, alguno había.


Marcado con un círculo, el diminuto espacio compartido por los pollos y elegido por la madre como nido. 


Imagen aumentada de la hembra con plumón. El macho se hallaba oculto en el pequeño habitáculo rocoso.

El lugar ofrecía una buena vista del nido y por fortuna, tenía mucha luz. El seguimiento fue muy interesante gracias a la buena ubicación del mismo.
A la semana siguiente, los pollos de unas tres semanas de edad se quedaban solos. Su progenitora ya no los acompañaría en ninguna de las visitas que repetí durante la cría; el motivo podría coincidir con el insuficiente espacio para los tres búhos. Tampoco hay que descartar la incordiante pesadez de los vástagos acosando a la progenitora debido a su curiosidad creciente; picoteándola o estimulándola para ser cebados.




Progenitora en su posadero habitual sobre el nido. Siempre atenta; unas veces abiertos los ojos y, otras cerrados, dormitando relajada.

Cuando uno enchufa los prismáticos y el telescopio buscando acción, puede conectar con buenas secuencias. Tuve la fortuna de observar la salida del macho de búho real poco después de que una pareja de grajillas Corvus monédula recién llegada al roquedo advirtiera su presencia inmediatamente. Acto seguido, ambos córvidos fueron tras la rapaz de la noche obligándola, en un atardecer todavía luminoso, a ocultarse de nuevo en un grupo de tupidos arbustos. También, fue una buena secuencia presenciar como la hembra de búho real reclamaba a su pareja el alimento para los pequeños mientras éste último, priorizaba el marcaje territorial con su profunda voz.
Varias veces, la presencia frecuente de las cabras montesas con sus facultades trepadoras, estuvieron a punto de alcanzar el nido de los búhos buscando esos brotes tiernos a su alcance.

Del crecimiento de los pollos siempre es estimulante observar como van cambiando poco a poco asomándose para presenciar todo lo que acontece fuera de su mundo prisionero. He comprobado en los nidos con dos pollos - si son macho y hembra – que el primero es mas decidido a la hora de investigar el exterior. Cuando el macho falta del nido, la hembra queda inmóvil, agazapada, como atemorizada y, solamente volverá a levantarse cuando su hermano regrese de nuevo. También el macho es mas agresivo de cara al peligro, ello podría interpretarse como una manera de equiparar fuerzas a la hora de recibir la ceba, ya que el macho es bastante mas pequeño que la hembra como ocurre en el resto de las rapaces. 
Una semana antes de abandonar el  nido –no lo hicieron hasta estar completamente emplumados– descasaba la hembra en la entrada del diminuto hueco y el macho arrinconado en el interior. El macho asomó la cabeza sobre el dorso de su compañera de nido, y acto seguido, salió empujándola con genio y fuerza para atisbar el exterior. El joven búho estuvo muy atento a la actividad de los insectos voladores en las flores amarillas de una planta frente a él. Observó el paso de las cabras con detenimiento cuando atravesaban un canchal, llamando primero su atención el ruido de las piedras mientras caminaban.

Pasados siete días de ésta observación, el nido ya estaba vacío y, uno de los ejemplares, reposaba en la base de una sabina desde donde antes lo hacía su progenitora. Esta fue la última observación de los pollos, el siete de junio del año en curso.
Ciertamente, uno aprende muchas cosas mirando pacientemente a la vez que disfruta sin límites del comportamiento de la fauna. Paso muy buenos ratos pendiente de las travesuras y movimientos de los pequeños búhos en cualquiera de los nidos que tengo la fortuna de observar. Creo, también, que todo ello tiene mucho que ver con la escenificación de la vida desde el lugar de nacimiento en su periodo más delicado, cuando la curiosidad y las intenciones de los moradores son tan inocentes.


Plumas del joven macho; desarrolladas y con buena capacidad para el vuelo.

Siete semanas después, consideré oportuno averiguar cómo iba el desenlace de la familia dentro del territorio. La travesía trazada de ascenso por la loma del monte cercana al nido, caprichosa como el destino, me llevó hasta un montón de plumas, probablemente, pertenecían al macho joven. Bajo el cortado rocoso, en la línea vertical del nido, hallé las plumas del otro ejemplar, la hembra joven. Además del plumaje; los restos del esternón, el sinsacro, las garras y las mandíbulas sin el cráneo complementaban el hallazgo del segundo desafortunado pollo.


Lugar donde aparecen los restos de la hembra joven que son recogidos para analizar en el Centro de Recuperación de Fauna Silvestre de La Alfranca en Zaragoza.

Como se desmorona la ilusión en cuestión de segundos y como uno regresa de nuevo al mundo de la naturaleza con su equilibrio consecuente y radical. Sólo pude determinar el final del segundo pollo de búho real que, sin duda, había sido devorado después de muerto, seguramente, por un buitre leonado; las muestras de bocados en la quilla del esternón eran inequívocas. Cuando un buitre devora un ave grande no se molesta como el águila real en desplumarla, por ello,  no aparecen los cañones de las plumas quebrados.


Mandíbula superior e inferior de la hembra joven. 


Esternón del mismo ejemplar, picoteado por rapaz de gran tamaño.

Los agentes sanitarios de la comunidad intervienen para hacer su parte. Los buitres se comen la carroña; las bacterias y las larvas de mosca se alimentan con ella y la descomponen. Los escarabajos necrófagos meten restos bajo tierra, el suelo se enriquece y queda sentado el fundamento para un nuevo ciclo vital sobre una superficie purificada.
Así se desarrolla la comunidad viviente en la naturaleza; las plantas extraen elementos del aire y del agua, así como energía solar, y construyen con ellos materia viva; los herbívoros se mantienen cerca de su fuente estacionaria de alimentación, convirtiendo energía en carne y cediendo ésta a los carnívoros.
Del desarrollo de este singular ciclo biológico, volverán, de nuevo, otros maravillosos pollos de búho real.


Garras del infortunado pollo.




domingo, 14 de junio de 2015

De nuevo, el cárabo (Strix aluco)


En mi ruta hacia los pétreos paredones calizos, paso siempre por el descansadero del cárabo gris Strix aluco. Digo gris, por su fase de coloración en la que domina dicho color. Allí está, somnoliento, despegando levemente sus párpados cada vez que cruje la hojarasca del viejo nogal mientras camino por el oscuro lugar que la hiedra, la cortadura rocosa y el conjunto de corpulentos árboles provocan con su fronda. Es su punto de descanso, de paz notable, ni siquiera los pequeños pájaros abundan por el lugar. No los veo atravesar la hiedra, sólo vuelan sobre las copas de los enormes nogales.

A primera hora de la tarde paso por la senda hacia el tramo del río y, el cárabo, descansa poco receloso en su atalaya favorita.

Hay un estudio  interesante presentado en 2013. En la investigación, realizada en el Parque Nacional de Doñana y cuyos resultados se publicaron en el Journal of Avian Biology, colaboraron también expertos de la Universidad de Évora (Portugal) y la Agencia de Patrimonio Natural de Escocia (Reino Unido). Desvela la compleja interacción del cárabo con el búho real en un mismo territorio. Así los cárabos son capaces de modificar el horario de su canto para no coincidir con el búho real y evitar así, ser depredados por él.
Los cárabos ocupan territorios con el búho real Bubo bubo cuando su elevada población no los puede evitar. Sin embargo, el celo territorial del cárabo con abundancia de rivales, hace que bajen la guardia ante la necesidad de mantener a los competidores a raya. No es por ello, extraño, que aparezcan ejemplares en la dieta del búho real aquí en el cañón del río Mesa. El año pasado, de seis rapaces capturadas, una era cárabo; el resto, cuatro búhos chicos Asio otus y un cernícalo Falco tinnunculus.
Por otra parte, os voy a tranquilizar para comentaros que, probablemente, el ejemplar de la imagen no corra tanto peligro como el resto de parejas que circundan o habitan el territorio del búho real. A diferencia del resto, éste permanece oculto cerca del río y de la huerta y, su zona de acción está lejos del territorio de su gran enemigo. Han de darse unas circunstancias extraordinarias para que el búho real acierte con este ejemplar.  


A la vuelta, de regreso a casa, la luz es bastante escasa y todavía permanece descansando. Hago uso del flash aprovechando que la rapaz tiene los ojos cerrados. 

Un diez de junio de 2007 acerté a pasar por un posadero de cárabo en un pino carrasco Pinus halepensis. En el monte de Calmarza (Zaragoza), el pino carrasco, de repoblación, crece muy alto. Desconozco si es por los nutrientes del terreno o por la limitación del sol debido a la altura de los cortados rocosos. Por lo que fuera, la rapaz abandonó el posadero. Se me hizo raro al ser una hora matinal avanzada en la que el cárabo está cada vez más relajado. Había un grupo de pinos tumbados y secos en la base del cortado, en lo alto de la pronunciada ladera. Pensé que apenas se desplazaría y culminaría su vuelo en un árbol próximo pero, para mi sorpresa, picó en descenso, un descenso vertiginoso que me dejo atónito, sorteando los pinos con una precisión absoluta y sin moderar la velocidad. Casi al final de la ladera, giró hacia la izquierda sin salir del arbolado con precisión de escuadra y desapareció. 
Estoy seguro de que un búho real en estas circunstancias no alcanzaría al cárabo. Probablemente, la captura de cárabos por parte del búho real se deba casi exclusivamente al ardor territorial de los machos de dicha especie, cuando defienden con todos sus sentidos la ocupación de su feudo. Al bajar la guardia el cárabo, aumentan las posibilidades del búho real para actuar con éxito.

domingo, 12 de abril de 2015

Cabras montesas del cañón del río Mesa


Evidentemente, aunque algunos publicistas mediante la empresa a la que asesoran se empeñen en hacerme comulgar con productos naturales garantizados como ecológicos, utilizando para ello, imágenes de altas cumbres como sierras pirenaicas o Picos de Europa y vacas pastando con aerogeneradores de fondo pues no, va a ser que no. No trago con ese campo ajardinado y tampoco busco ni harto de vino esa naturaleza tan devastada por la acción humana por muy agreste que pretendan hacérmela ver. Quiero naturaleza con lobos, zorros, rapaces, pájaros, anfibios, cabras, corzos, ciervos etc. Si los productos, presuntamente naturales, están amparados por esta rica biodiversidad -la más convincente- entonces, todo se andará.



El fin de semana pasado como tantas veces, pude ver cabras de monte pero, en el cañón del río Mesa era la segunda vez que las veía. En esta ocasión fueron siete ejemplares cuya observación disfruté enormemente. Son fascinantes y bellas. Quedo embelesado mirándolas caminar tranquilamente, como sus pezuñas se apoyan con maestría en los salientes mínimos de la roca, haciendo de ella, peldaños prácticos para superar el ascenso. Verlas trepar por las rocas verticales con tanta facilidad puede hacer pensar que se trata de un ejercicio sencillo, carente de esfuerzo. Aunque no es así, ellas hacen que lo parezca.



Nuestras agrestes sierras, con la cabra montesa y otros herbívoros, devuelven de nuevo esa estampa natural que se estaba perdiendo por la excesiva presión de cazadores con patente de corso. Una vez más, descubrimos que un monte bien gestionado conseguiría con su equilibrio natural un bosque mejor cuidado, puesto que la mejor manera de preservarlo es protegiendo su diversidad biológica. Dichos herbívoros se encargan de mantenerlo a un nivel óptimo rasurando la vegetación excesiva. Ciertamente, también se necesitan predadores que se ocupen de limitar la población de herbívoros.
No dejemos la naturaleza en manos de ineptos como los actuales; por nuestro bien…











viernes, 13 de marzo de 2015

Eterno Félix Rodríguez de La Fuente

El 14 de marzo 2015 se cumplen 35 años de la muerte de Félix Rodríguez de La Fuente, amante de la naturaleza y un gran defensor del lobo. He querido, por ello, dedicarle un dibujo a lápiz de su admirado cánido salvaje.

“Lo que vi entonces no se me olvidará jamás. Vi un animal grande, de color gris, un animal que estaba perfectamente parado y que miraba exactamente igual que yo, pero lo que más me llamó la atención fueron sus ojos, sus ojos de un color ambarino, acaramelado, unos ojos que me miraban con nobleza, unos ojos que me miraban con un gran interrogante, unos ojos de los que se desprendía quizá una queja: ¿Por qué me perseguís, por qué queréis acabar conmigo, por qué queréis matarme si yo también tengo la obligación sagrada de sacar adelante a los míos, si yo también tengo mi loba y mis lobeznos, si yo también necesito la carne para vivir, si puede haber carne para todos, por qué queréis quitarme la vida?” 

Félix Rodríguez de La Fuente 


El lobo, sigue siendo el gran perseguido, desgraciadamente.
Hace falta una gran dosis de miseria moral para disparar oculto desde una caseta contra el lobo hambriento, tentado éste por calmar el hambre con la comida fácil y tramposa colocada como cebo.
Dar muerte a cualquier animal utilizando estrategias miserables para su caza, es el comportamiento más vil y cobarde que pueda existir en un ser humano.

miércoles, 25 de febrero de 2015

Dos modos diferentes de pescar: pinzando o atravesando

Biguá Phalacrocorax brasilianus (cormorán adulto). Su pico es ganchudo.

Biguatinga Anhinga anhinga (anhinga, macho adulto). Su pico es recto.
Los machos lucen un color uniforme negro verdoso que contrasta con las ornamentales blancas del dorso de las alas; las hembras son pardas con el cuello algo mas claro. 

Son infalibles pescadores cuya convergencia evolutiva equiparó y modeló para un mismo fin; pescar eficazmente bajo el agua. Biguatinga (anhinga) y biguá (cormorán) son prácticamente ejemplos vivos de un patrón morfológico similar con el que afrontar el complejo mundo acuático favorablemente. Ambos van equipados con dedos provistos de membranas interdigitales para impulsarse a gran velocidad dentro del agua. Su silueta hidrodinámica facilita la persecución de los peces que les sirven de alimento.
Las facultades de los cormoranes para pescar eran conocidas ya desde hace milenios por los pueblos orientales que dedicaban gran parte de su tiempo a adiestrarlos para tal fin. Colocándoles un aro de cuero en la base del cuello evitaban la ingesta del pescado, que era cobrado por su explotador desde la embarcación tirando de la correspondiente cuerda que sujetaba individualmente a su equipo de cormoranes. Con habilidad, por la práctica continuada, el pescador iba desenredando las cuerdas a medida que las aves realizaban cada inmersión cruzándose unas con otras.
Pero, estas dos especies paralelamente idénticas, recibieron evolutivamente diferentes armas de pesca: el cormorán fue provisto de un pico alargado terminado en un punzante gancho con el que sujetar al pez pinzándolo firmemente bajo el agua; y la anhinga, optó por el doble arpón con el que atravesarlo. La acción de arponear al pez sería similar a la ejecutada por garzas pero, bajo la fricción del agua en prospecciones y acechos inverosímiles.
También cormoranes y anhingas sufren el mismo problema cuando las piezas de pesca superan el tamaño cómodo de maniobra. Me refiero a la facilidad con la que ingieren los peces pequeños en detrimento de los grandes con los que han de subir a la superficie y acomodarlos a favor de escama rápidamente antes de tragarlos. Los parasitizadores de estas aves conocen bien el tiempo necesario que precisan para tal acción y los acosan duramente, aprovechando cualquier descuido para despojarles del alimento. No sólo gaviotas y otras aves oportunistas tratan de arrebatar la pesca a cormoranes, también entre ellos pueden beneficiarse organizando alborotadas batallas para ahorrarse la incómoda labor pescadora del prójimo.


 

Biguá joven soleándose

El biguá Phalacrocorax brasilianus es un ave suliforme de la familia Phalacrocoracidae. Mide de 58 a 73 cm; su peso es de 1,2 a 1,4 kgr.; la envergadura es de 100 a 102 cm. Puede sumergirse hasta una profundidad de 10 metros buceando durante 20 o 30 segundos.
Es un ave marina, aunque también frecuenta aguas interiores como ríos y pantanos.
He podido comprobar, a pesar de no haber visto gran cantidad de lances de pesca, que el biguá (cormorán) es mucho más rápido ingiriendo peces capturados que el biguatinga (anhinga), precisamente, por pinzarlos y sujetarlos con el afilado punzón del extremo del pico para girarlos y tragarlos a favor de escama. El biguatinga necesita dedicar más tiempo para ingerirlo; al atravesarlo con ambas mandíbulas, tiene que desencajarlo del pico antes de colocarlo correctamente y engullirlo.
Tal vez, esta efectividad en el manejo de los peces antes de consumirlos tenga algo que ver con la presión ejercida por los parasitizadores. El biguá, marino, tiene en este medio acuático una larga lista de piratas (gaviotas, págalos, etc.) que los acosan para robarles el pescado. En el caso del biguatinga, no he podido comprobar si sufren el acoso de otras aves.

El biguatinga Anhinga anhinga es un ave pelecaniforme de la familia Anhingidae
Mide de 88 a 90 cm; pesa 1,2 a 1,35 kg; su envergadura es de 120 cm.
Su nivel de flotación es inferior al del biguá (cormorán), asomando solamente la cabeza y el cuello cando se desplaza a nado.
Tanto el biguatinga (anhinga) como el biguá (cormorán) han de exponer sus alas abiertas al sol para secarlas cuando concluyen su jornada de pesca. En el caso del biguatinga se desconoce si la exposición de sus alas al sol es para secar el plumaje o para subir la temperatura corporal.

El doble codo del cuello es la zona muscular que proyecta súbitamente, como un resorte, el pico recto y afilado del ave para atravesar a los peces que sorprende a su alcance. La acción de lance es similar al de las garzas.



La brevedad de estas tres imágenes puede inducir a error en cuanto a la rápida ingestión del pez; realmente al ave le costó bastantes segundos desclavarlo del pico para tragarlo.


Lo primero que hizo este biguatinga ante la captura de este buen ejemplar, fue dirigirse a un lugar protegido. 


Oculto entre el follaje de este árbol, aturdió al pez golpeándolo contra una gruesa rama para ingerirlo; le llevó un buen rato. 

Esta fantástica secuencia de buceo del biguatinga me pareció fascinante. Pude contemplar atónito sus movimientos majestuosos bajo el agua, que soltura y que agilidad para trepar a la rama del árbol donde se soleó. Es un ave fantástica, fácil de ver, si tenéis oportunidad de verla en algún viaje, hacerlo.