jueves, 19 de mayo de 2016

Los duques de Valfarta (Bubo bubo hispanus)


La actual piel reverdecida durante los meses primaverales en el hostil paisaje monegrino, obedece a la mano del hombre. Su interés transformó la árida estepa, rasgando año tras año con sus aperos de labranza la superficie de los espacios esteparios más viables. Y es el verde más oscuro y agrisado el que destaca en las lomas, vaguadas y ribazos reteniendo con su sarmentosa fronda la escasísima cubierta de nutrientes existente en esta tierra desesperada. Las flores silvestres de vivos colores, rompen la monotonía de ocres y verdes uniformes de campos labriegos, llanos y promontorios.


Mientras la duquesa descansa en uno de tantos miradores de su construcción, el duque lo hace en el interior de unos pinos adyacentes.

Desde que el bosque sucumbió a la dura prueba de poblar con éxito la inhabitabilidad de este territorio aplastado por largas horas de sol y miserables aportes de agua, arbustos y matorrales más capacitados por su mejor adaptabilidad, se encargaron de mantener durante siglos la cobertura de una orografía tan especial como la de Los Monegros.
El estío incrementa la dureza implacable de este amplio territorio de interminables horizontes y cielos desnudos. Con el sol deshidratando el ocráceo paisaje y el barrido del cierzo convertido en traslúcidas polvaredas que arañan el inestable sustrato de campos y caminos, va muriendo poco a poco el amasijo cerealista que dio verdor artificial a una tierra de colores tórridos.

Piso con entradas romboidales en lo alto de la torre, lugar de nidificación de los búhos.

Pasan fugaces los bandos de churras surcando abrumadas la aridez inclemente de la estepa hacia sus habituales aguaderos, los sisones ya dejaron atrás sus danzas y las siluetas de las avutardas campeando en la lejanía ondulan temblorosas con efecto acuoso. También ronda el gran duque la misma tierra ocrácea en las noches iluminadas, lejos de ciclópeos farallones rocosos que lo cobijaron durante años de persecución, escapando del acoso infame de las malditas hordas de alimañeros. Pero el Gran Duque, siguiendo el paso de otras aves afincadas en medios antropógenos, dio un paso más, un golpe de efecto, de atrevimiento o de excesivo descaro. El gran búho necesitaba de un reducto a la altura de su noble título, prescindiendo de los castillos de roca. Se aventuró abordando lo que sería su bastión más destacado, la torre de la iglesia del pueblo de Valfarta; la mismísima casa de Dios.

Los tres descendientes de este año. Como siempre, muy precoces y adelantados.

Fernando Tallada me cuenta todos acontecimientos del lugar referente a estas ilustres rapaces, siendo él un espectador de primera fila. Hace más de doce años que conoce la existencia del búho real que cambió la dura estepa por esta obra enaltecida del hombre religioso; la iglesia de Nuestra Señora de la Luz. Tiene una torre de cuatro cuerpos y estructura barroca; es del siglo XVII. En sus entrañas, se habla de amor y respeto entre los seres humanos, algo insuficiente contra la envidia y egoísmo  tan extendidos. Y, para qué hablar de respeto al medio ambiente, con la mala leche de ciertos lugareños masacrando especies del entorno y su biotopo.
Para el búho real, instalado en el piso más alto de la iglesia bajo la techumbre rematada de latón desde donde surge la veleta y posadero habitual de sus noches nupciales, lo más importante es el reducto de cría ubicado entre el campanario y la cúpula donde accede a su nido por unas aberturas romboidales.
Me dice además Fernando, que la colonia de cernícalo primilla sufre los ataques del búho real; también lechuzas, mochuelos y palomas. Sin embargo, es el prolífico conejo la base de su alimentación, este animal por el que tantos agricultores ponen el grito en el cielo. Aunque, de hecho, no sabría valorar cuál es la opinión del agricultor escopetero.
Las rapaces nocturnas son el mejor control para limitar la excesiva población de roedores de todos los tamaños.

Uno de los pollos volantones disfrutando de la gran vista del pueblo y sus transeúntes. 

Este año, quizá como todos los demás, la incubación comenzó en enero, y a diferencia de otras zonas de cría del búho real, es ésta una de las parejas más tempranas en reproducirse. Los tres pollos, incluso los adultos, se dejan ver sin excesivo recelo a distintas alturas sobre las repisas de la altiva torre. 
Gracias a Fernando, mucha gente de diferentes lugares e incluso países, pueden disfrutar de esta curiosa elección nidificante del gran búho de la noche. Aunque conocemos la cría de esta rapaz en maceteros de urbanizaciones etc., se desconocía esta preferencia en lo alto de la torre de una iglesia.

Sobre todo, hay que resaltar el gran esfuerzo que supone para la pareja ascender con la presa capturada a lo alto de la torre donde se halla el nido. Los nidos de búho real que ambos conocemos están situados en las cortaduras, casi siempre bajo sus cazaderos para transportar las presas cómodamente, eliminando así, esfuerzos innecesarios.  
A pesar de esto, la rapaz optó por la seguridad del altozano construido por el hombre, mucho mejor que la llanura incierta.

Iglesia de Nuestra Señora de la Luz, Valfarta (Huesca). 

Imágenes cedidas por Fernando Tallada.


martes, 22 de marzo de 2016

Búho real en zona industrial

Búho real Bubo bubo hispanus

Hay una autovía por la que circulan vehículos de todo tipo y a cada momento. Paralelamente, algún que otro tren retumba con su traqueteo vibrante sobre su predestinado camino férreo hacia la gran ciudad de Zaragoza. Por si fuera poco, la proximidad de un polígono industrial cercano anima el cotarro con una actividad notoria. Sin embargo, ella, la hembra de búho real, ha escogido el lugar como propicio para traer al mundo a sus pequeños junto a un macho que, de momento, la avitualla correcta y sobradamente puesto que le deja reservas para la siguiente noche si por algún motivo se presenta floja.
No voy a desestimar la opción deportiva en la zona, incrementando con ella, el abanico corporativo humano como acompañante de la pareja nocturna de este paraje tan concurrido. Durante las 9´00 hasta las 10´00 horas de la mañana, pude contar la presencia de diez ciclistas en cuatro grupos diferentes, además de un grupo de cuatro personas corriendo. No quiero olvidar el ganado ovino que he visto en el borde superior del cortado, sobre el mismo nido, ramoneando la abundante hierba generada por las últimas lluvias. Vamos, la soledad para esta bella rapaz es una quimera pero, ella así lo ha decidido, y por lo que veo no le importa mucho, está bien y pasa muy desapercibida en un entorno con bastante vegetación. 

Desde que vi esta emblemática rapaz de la noche acomodada en su cubil terroso, ha transcurrido algo más de una semana con unos días bastante inestables por las precipitaciones. El sábado pasado llovió durante todo el día y con fuerza, por la tarde incluso granizó aunque el grano fue menudo, por fortuna. No descansé muy bien por la noche sabiendo que un refugio en el talud de tierra, ubicación de la rapaz, podría actuar como un azucarillo a la hora de absorber la humedad de la lluvia y dar al traste con su cría. Afortunadamente, por lo que pude ver, abrigó muy bien la puesta con su denso plumaje, que a su vez, reposaba sobre un abundante y acolchado sustrato de egagrópilas desmenuzadas cuyo contenido es el pelo de sus presas, un suave y eficaz aislante. Esta es la fórmula con que las hembras de esta especie preparan sus futuros nidos para proteger los huevos y pollos del frío suelo. El resultado de la lluvia hacía contrastar las zonas secas y claras con las húmedas y oscurecidas por efecto del aguacero, y la rapaz nocturna, la sufrió bastante. Afortunadamente, también disfruta de una buena jornada de sol matinal que inunda la parcela de su nido, contribuyendo a eliminar la humedad reinante del lugar. 

 
Sé que hay obras de arte supremas, inspiradas y realizadas por grandes genios a nivel mundial de la pintura y la escultura, como de tantos otros tipos y estilos diferentes de arte. Soy consciente del tiempo que hay que dedicarles con suma concentración y sin parpadear tratando de analizarlas, sumergiéndose si es posible, en la idea de su creador para comprenderlas.
Entiendo, como no, que haya gente que dedique horas e incluso días para deleitarse con esas creaciones, claro que lo entiendo. Siendo consciente de ello, también llevo horas, días, años e incluso toda mi vida prendado de la mirada incisiva del búho real. Un hábito del que no he podido escapar y que como una imperiosa necesidad hace que mi persona lo busque allí donde habite. Y otra vez la misma sensación rondando mi cabeza, como una obsesión crónica que domina casi todo mi tiempo. Sólo, para verlo una vez más. Para contemplar también una de las obras más bellas de la naturaleza.



Mochuelo Athene noctua en su habitual posadero. Este pequeño habitante es común en los territorios del búho real y ocasional presa del mismo.


lunes, 22 de febrero de 2016

Fragata magnifica (Fregata magnificens)


Los machos de fragata o rabihorcado son negros, destacando ligeramente su bolsa gular que, incluso plegada, deja notar su color rojizo.

Exultante, en un radiante día soleado de 2014, caminaba por la avenida Vieira Souto deslumbrado por la blanca arena de su famosa playa de Ipanema en Río de Janeiro. No puedo negar como mi memoria reproducía la conocida canción a cada paso, Garota de Ipanema, un tema que redobló la fama de esta maravillosa playa. Esta canción fue compuesta de modo espontáneo por Antonio Carlos Jobim y Vinicius de Moraes, dedicada a una muchacha que observaron mientras caminaba hacia el mar deslumbrándoles con su belleza y su mirada.
Garota es chica en brasileño y, mi garota, bueno, muchas más realmente, no caminaban por la arena de la playa, la sobrevolaban con sus negras y amplias siluetas. Eran fragatas o rabihorcados Fragata magnificens las aves o chicas a las que me refiero. Siluetas siniestras en cierto modo pero, muy seductoras para el observador. Piratas del aire dispuestas a arrebatar las presas a otras especies y, saqueadoras de nidos, son algunas lindezas características de su comportamiento. Desde el saliente de Pedra do Arpoador podía sentir toda la brisa aromática del Océano Atlántico, una gran roca adentrada en el agua y golpeada por sus suaves olas. Durante un buen rato, sentado en el duro granito, veía pasar las líneas desorganizadas de estas aves de 220 a 230 cm de envergadura, soportando un peso aproximado de 1200 a 1700 gramos. Algunos machos, ya portaban en sus picos finas ramitas para la construcción de sus nidos.

Macho de fragata seguido de una hembra y portando una ramita para su futuro nido.

Macho de fragata sobre un joven.

Desde sus plataformas, una vez terminadas, los machos dilatarán su bolsa gular de un intenso color rojo para llamar la atención de las hembras. Este proceso les supone un enorme gasto de energía.
Cada macho necesitará una agotadora semana para inflar y mantener su saco gular, pero el esfuerzo merece la pena, las hembras de fragata sólo crían cada dos años y únicamente ponen un único huevo por lo que son muy exigentes a la hora de elegir pareja. La exhibición del macho intenta convencer a las hembras de su vigor y resistencia, dos modalidades que le harán falta para sacar adelante a su escasa prole. La cría del único pollo las llevará entre 7 y 8 semanas y los padres tendrán que alternarse en el trabajo. La tarea es tan dura que, cada semana, en el nido, el adulto correspondiente perderá 1/5 de su peso, por lo que sólo los más fuertes podrán conseguirlo, y estos son, precisamente, los que han realizado el cortejo más llamativo.

Las hembras son de color negro salvo la zona pectoral.

Las jóvenes fragatas tienen la cabeza y zona ventral blancas, el resto del plumaje es negruzco.










Piquero pardo (Sula leucogaster), una de las especies parasitadas por las fragatas.



Si volviera a Ipanema, me gustaría encontrarme de nuevo con ellas, observarlas tumbado sobre el duro granito del pequeño cabo al final de la luminosa arena para verlas durante horas sostenerse a lomos de la brisa atlántica mientras van y vienen.


martes, 2 de febrero de 2016

LÚGANOS (Carduelis spinus)



Las huertas baldías se entremezclan con las productivas desordenadamente. Todavía quedan restos de las últimas cosechas recogidas y sin recoger; alcachofas y navideños cardos. También hay tablas labradas y atemperadas listas para cultivar.
Unos lúganos Carduelis spinus llaman mi atención al pulular discretamente por el ribazo del hortal. Poco a poco van invadiendo las ramas de una desnuda higuera y los sigo con mis prismaticos atentamente, temo que si los bajo para cambiarlos por la cámara de fotos éstos puedan ahuyentarse. Satisfecho de observar a los invernantes lúganos, tiento a la suerte y monto la cámara de fotos con el teleobjetivo. Curiosamente, los verdosos pajarillos me lo consienten. Agradecido, les prometo que intentaré sacarlos lo mejor que sepa y, no me puedo quejar con el resultado; ellos tampoco.
Bromas aparte, sabiendo que estos jilgueros verdes de alimentan de diminutas semillas extraídas de todo tipo de cardos con su punzante pico, semillas de píceas, amentos de  abedules y de alisos y otras semillas de hierbas, me sorprendo viéndolos desmontar los higos cerrados y, abiertos durante el verano por otros pájaros, separando y desechando la pulpa seca para consumir los minúsculos granos aprisionados en los momificados higos. Concienzudamente van trabajando los frutos con una habilidad sorprendente, extrayendo todas las semillas accesibles.

Hembra de lúgano (jovenes algo mas parduscos)

Macho de lúgano

Aunque hay un pequeño contingente de cría en España, se reproducen en bosques de coníferas del Pirineo, País Vasco, y zonas de Guadarrama, serranía de Cuenca y sierra de Cazorla de forma escasa pero regular. Cría principalmente en el centro y norte de Europa y visita el sur y oeste en invierno ante la escasez de alimentos. Dependiendo de la dureza de los inviernos llegan más o menos ejemplares a la península, provenientes del resto de Europa.

Hace años que, por fortuna, se erradicó la mala costumbre de vender fringílidos trampeados a las entradas de los supermercados. Recuerdo que compraba regateando precios los ejemplares más débiles. Tenía una enorme jaula en la galería de casa muy bien ambientada para recuperar a los pajarillos que traía. Uno de ellos fue un lúgano, al que tenía que comprar unas semillas especiales “negrillo” que devoraba con gran habilidad. Por fortuna se recuperó pronto, ya que esas semillas eran carísimas y hubieran supuesto la ruina de mi limitada economía.

Mereció la pena…









domingo, 17 de enero de 2016

Un solitario narciso blanco (Narcissus dubius)



Ayer sábado 16 de enero recorriendo la base de unos cortados de roca caliza en los límites del Sistema Ibérico, hallé en su base un ejemplar solitario de narciso blanco Narcissus dubius, ya no encontré ninguno más, aunque tampoco miré con detenimiento. Florece, según bibliografías consultadas, en febrero, marzo y abril, por lo tanto, con esta observación contamos con medio mes más de anticipación. De todos modos, no es de extrañar con el invierno acaecido y los almendros en flor, que dicha planta también se haya animado a florecer con tan excelente tiempo.

En Aragón es muy rara en el Sistema Ibérico y pirineos, y escasa en la depresión del Ebro. Por lo tanto, me felicito por el encuentro de una sencilla flor que me gusta muchísimo.

 





Más información:





martes, 12 de enero de 2016

El Águila de Bonelli que se libró de su anilla plástica


Pareja de Águila de Bonelli Aquila fasciata soleándose 

Tal vez, a causa del temor que provoca la disminución del Águila de Bonelli en el territorio español y, concretamente en el aragonés, observar a esta rapaz para disfrutar de su privilegiada estampa se ha convertido en un objetivo demasiado delicado. Incluso, sopesar la distancia para observar al ave siempre parece insuficiente para evitarle molestias, a pesar de existir la presencia humana allí donde la naturaleza se extiende y la blanca rapaz sea prudentemente permisiva con ella.
Digo esto porque, a veces, uno se excede con la distancia óptima para observarla y termina disfrutando de la blanca pechera de una piedra blanqueada por deyecciones de otras rapaces, aunque esté muy bien colocada en el habitual posadero como el Águila de Bonelli, si no se mueve, es una piedra.
 
Macho levanta el vuelo después de solearse por la mañana. El ejemplar de la imágen es el protagonista de la anilla de PVC; una rapaz entrada en años, por lo visto, bastante experimentada.

Quería contaros que, un ejemplar macho de Águila de Bonelli fue marcado con anilla alfanumérica amarilla de PVC; un material ligero y de gran resistencia. Dicha rapaz, desconozco cuándo fue anillada pero, si tuve noticia del tiempo que estuvo con la anilla aprisionándole los dedos cerrados a causa del intento de librarse el ave de dicho marcaje. Se calcula que estuvo de éste modo, con la garra inutilizada, cerca de dos meses y su supervivencia para la caza debió de ser un auténtico milagro. Finalmente pudo zafarse del incómodo plástico amarillo y podemos ver al ejemplar en vuelo, por fortuna, todavía activo en su serranía tradicional.

Me gustaría pedir, a quiénes corresponda, que no se involucren más en seguimientos científicos futuros sobre el águila de Bonelli si conllevan capturas y manipulación. Sabiéndose como se sabe, gracias a la enorme cantidad de datos compilados sobre esta rapaz, habría que protegerla ahora más que nunca eliminando los problemas que se mantienen sin resolver, y dejarla recuperarse en paz en sus dominios naturales. Basta ya de reiterativos estudios de campo con radio-marcajes y anillamientos con PVC, etc. para descubrir más de lo mismo. Hay que presionar para evitar la mala gestión de la administración con especies vulnerables, incidir más en los tendidos problemáticos para corregirlos, evitar los venenos en las zonas de concentración de jóvenes, vigilar sus territorios de nidificación, furtivismo, etc. Dejémonos de juegos eternos de investigación y, evidentemente, dejemos de ser un problema más para el Águila de Bonelli. 

Fotografías con objetivo 300mm y mucho recorte.



sábado, 2 de enero de 2016

El niño del cernícalo



Han pasado bastantes años desde aquel día, y a pesar del tiempo transcurrido, el recuerdo, muy presente, arranca en mí todavía una sonrisa de esperanza.
Había terminado un trabajo y me acerqué al Centro de Recuperación de Fauna Silvestre de La Alfranca en Zaragoza para ver a un conocido. En aquel momento, un vehículo se detuvo frente a la entrada del centro y se apearon dos personas; supuse que serían padre e hijo. Mientras el padre sacaba del maletero una caja, el niño aguardaba impaciente que concluyese la operación. Le pidió la caja tirando de su chaqueta a medida que avanzaban hacia nosotros. Esperábamos con curiosidad. La criatura alzó sus brazos ofreciendo la perforada caja a José Manuel, que abrió ligeramente para comprobar su contenido. Es un cernícalo, contestó. Les miró fugazmente retornando su mirada a la rapaz y presionó sus labios entre sí, asumiendo en silencio el desgraciado destino del cernícalo. Veremos lo que se puede hacer, añadió José Manuel dirigiéndose a rellenar el formulario de ingreso.

Joven del año de cernícalo vulgar Falco tinnunculus  

La rapaz había sufrido el impacto de un coche y estaba reventada. La lesión sangrante asomaba entre sus mandíbulas constatando la gravedad. 
No puedo olvidar el gesto del chaval justo en el momento de entregar al ave acomodada en la caja. La inocente sonrisa y el brillo de sus ojos lo iluminaban todo. Como el atleta que alcanza su meta, triunfante, así entendí su sensación del deber cumplido. Sé, que para aquel esperanzado niño el malogrado cernícalo estaba salvado una vez lo entregó en el centro. Sabía, confiado, que se ocuparían de él.
La rapaz murió por las graves lesiones, pero no así en el corazón del ilusionado chaval, esperanzado, que se lo llevó en la memoria de vuelta junto a su padre camino del coche.
Así se forja el amor y el respeto por la naturaleza, gracias a la voluntad de luchadores iniciados como el niño del cernícalo. Su padre, sonriente, lo miraba orgulloso. Que estampa.

Una vez más, y como siempre, gracias a todos los voluntarios por vuestro tiempo y empeño.



Uno de los grandes momentos para observar el progreso de las aves perfeccionando su vuelo es seguir a las rapaces salidas del nido en sus prácticas diarias. 
Esta pareja de cuatro hermanos, disfrutaba mucho durante sus vertiginosas persecuciones.