sábado, 4 de julio de 2009

El monasterio de la naturaleza


A medida que el interior se desploma, se habilitan mediante mamparas de obra en piedra y yeso,
los espacios útiles como el presbiterio, con el efecto de poder utilizarlo como capilla.
La necesidad con la carencia, agudiza el ingenio.

Fernando, nos había comentado a Carlos y a mí, la ubicación de un nido abandonado de golondrina dáurica que, estaba adherido al techo del interior de un cobertizo. Una formidable obra de barro típica de esta especie, de la que apenas quedaba la huella del perímetro nidal construido cuando dimos con él.


Era una cita interesante por su rareza en este óptimo paraje, y como hábitat, apropiado.

La golondrina dáurica tiene las mismas medidas que su pariente más próximo la golondrina común, de la que se diferencia en vuelo, sobre todo, por el color crema del obispillo que posee la primera.

El nido concluido, es una verdadera atracción de la arquitectura aviar. Consta de una cámara circular provista de un largo túnel de acceso, todo ello, pegado al techo y en lugares cerrados con escasa luz.


Muros de mampostería.


Nos habló de unas ruinas perdidas a orillas de un pantano, una referencia estratégica para facilitar su localización.

La travesía, una vez abandonada la carretera, era bastante abrupta y desasistida. Si se desconocía su emplazamiento no era fácil llegar al lugar.

Este recogido y abrupto entorno de naturaleza salvaje, tenía un tramo tan inhóspito que, apenas había gente que lo hubiera recorrido, tanto por el monte, como por el río.


Vano en ladrillo de tres arquivoltas.

Debió de corresponder al habitáculo de las dependencias monásticas.


Siguiendo las indicaciones, las ruinas aparecieron como una exhalación al bordear una enmarañada revuelta. La imagen primera fue impactante, quedé atónito, desconcertado, apenas tenía reacción ante la obra tan sencilla entregada al regazo del olvido.

Un monasterio, una construcción austera rodeada de amplio espacio natural y belleza contrastada. Un placer para los sentidos.

Sus moradores no, no eran fantasmas, sino, el roquero solitario, los gorriones chillones, los mirlos, aviones roqueros… Ellos eran, los encargados de darle voz y vida.



Me relataron también, la impactante secuencia del búho real ululando sobre el promontorio rocoso pegado a las ruinas, visto y escuchado durante una noche de acampada.

Qué estampa tan bucólica.



El monasterio está situado a orillas del río Huerva, en la provincia de Zaragoza, junto al castillo de Alcañicejo. Presenta este último, una triste exposición ruinosa mucho más deteriorada.

Fue edificado durante el siglo XIII para la cabecera sur, y en fechas más avanzadas para el resto. Se hizo para albergar una comunidad de monjes del cister. En su día, fue el primer monasterio cisterciense de Aragón, conquistado por Alfonso I El Batallador, y por cuyas estancias pasó el Cid Campeador.

En 2002, fue declarado, Bien del Patrimonio Cultural de Aragón. Es uno de los templos románicos más desconocidos de esta tierra.



Sin duda, un terreno edificado y tallado artesanalmente por el hombre, utilizado en el medievo de la religión y las cruzadas y, devuelto a su original propietaria, la naturaleza. Engalanándola para siempre con el arte y siglos de esplendor, a pesar de su decadencia estructural.



Columnas y capiteles soportando la carga de la nervadura. En el interior de sillares y, exterior en ladrillo.


Ventanal realizado en ladrillo y paramentos, en mampostería rejuntada y enlucida.
Detalle de la moldura contorneando el ventanal.


Puerta compuesta por seis arquivoltas de ladrillo, abocinada y decorada con una línea de imposta en piedra arenísca, en parte expoliada.

5 comentarios:

  1. A mí me da mucha tristeza ver estos edificios con tanta historia así. Yo también conozco unos cuantos y muy expoliados. Supongo que el gobierno de las Comunidades o quienquiera que tenga competencia debería encargarse de mantenerlos o restaurarlos, eso sí, sin dañar el entorno ni hacer accesos ni todas esas historias, que luego es peor el remedio que la enfermedad. A mí me da pena ver cómo se van cayendo con el paso del tiempo.

    Muy bonita y misteriosa la silueta del buho real en el filo de la roca.

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  2. Tienes razón Mamen. Si los ves deteriorados pero no expoliados, aún puedes disfrutar de ese sentimiento de respeto que, te dá el paso de la historia por el lugar.

    Intentas recrear la historia a expensas de tu fantasía, que en definitiva es libre para soñar.
    Cómo era la vida en el lugar y cómo se defendían de los saqueadores entre otras cosas.

    La foto del búho real es anecdótica, todavía no me atrevo, dado que son anotaciones muy personales, a comentarlas con la soltura que requieren, más por miedo a la indiferencia de la gente al no encontrarlas interesantes.
    Es una hembra de búho real atenta a la imitación de su canto. En resumen, está curioseando.

    Saludos.

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  3. É uma delícia ler-te, porque conforme as palavras vão passando, eu consigo imaginar tudo o que você diz.
    Me dá muita tristeza de ver um patrimônio desses ser desfacelado... quantas destas construções não se veem perdidas e abandonadas por seu país?
    Onde estão as "autoridades" que se esquecem da história de seu Estado, onde estão os "governantes" que não tombam esses verdadeiros tesouros como patrimônio histórico da humanidade?
    Ah... perguntas sempre sem respostas...
    Uma bela reportagem, Javier. Parabéns!
    Um beijo com admiração.

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    1. Me gustan las ruinas tan impactantes como las mostradas. En ellas se alojan pequeños pájaros donde ubican sus nidos y sacan adelante a sus pollos.
      El lugar invita al relajamiento más inmenso, claro está, siempre que no aparezca algún cretino con algún vehículo a motor.
      Besos...

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