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miércoles, 18 de abril de 2018

Escapar de la muerte



Paloma bravía Columba livia. Ejemplar reposando y recuperándose de la fatiga tras escapar del halcón peregrino. Una criatura con fuerza y precisión. Me agrada dedicarle esta entrada por ello. 

En las entrañas del barranco, canalizado por inmensos cortados calizos, la voz de los pequeños pájaros se multiplica en volumen; también el siseo por la fricción del aleteo de algún buitre cambiando de atalaya o el profundo reclamo montaraz de las chovas piquirrojas. Todo se amplifica en un espacio tan cerrado.

Estaba muy concentrado siguiendo con la cámara el vuelo de una chova piquirroja. Entre la sonoridad del campo tan apacible, un brutal estruendo seco a unos 3 o 4 metros sobre mí me dejó paralizado. No sabía cuál era el origen del sonido que, como un estallido, tan sólo duró unas milésimas de segundo. Algo mas me hizo falta para reaccionar del susto y ver alejarse al halcón peregrino hacia mi izquierda y a la afortunada paloma hacia la derecha; ambos, envueltos en el vertiginoso picado. El colúmbido se incrustó en una zarza de la base de un nogal, desesperada, y el peregrino planeo reclamando con estridencia. 



Como es costumbre, tomé asiento sobre una de tantas rocas y anoté lo vivido. Algo así conviene anotarlo, dada su espectacularidad fuera de lo común (me refiero a la escasa distancia del picado sobre mí de la rapaz). 

Pasados unos 20 minutos, me acerqué a ver el estado de la paloma. Escuché un aleteo intenso, el ave trató mediante potentes aletazos de abandonar el interior de la zarza y, finalmente, lo consiguió. Se posó en la rama baja de un nogal, reposando cerca de una hora. Tan sólo me acerqué con prudencia para analizarla, y me alejé después para no estresarla mas todavía. La paloma había vencido una importante batalla, tenía una gran experiencia en su haber con tan pocas horas de vuelo ya que su plumaje juvenil así lo atestiguaba.



Estaba exhausta, todavía sentía el aroma del paisaje circundante, podía escuchar los sonidos de la naturaleza y ver el día tan extraordinario que brillaba a su alcance. Me imaginaba todo lo comentado mientras la miraba, victoriosa frente a las garras descolgadas del volador mas veloz de toda la fauna del planeta. Temblorosa, -quién sabe lo que pasaba por su cabeza-, se aferraba a la rama del nogal, analizando quizás, la ventaja en una escapada que no olvidará jamás. Sus ojos se cerraban lentamente evidenciando la incontenible fatiga.
Sin duda, cuando se congregue con los suyos, la alerta por la experiencia le otorgará un plus extra sobre alguna paloma primeriza que, tal vez, no supere la dura prueba.


Es difícil escapar a los ataques del halcón peregrino.

Es una extraña sensación acompañar por segunda vez a una paloma que escapa literalmente de la muerte; una lo hizo de un joven azor (escuché su jadeo desde mi ubicación) y ésta, joven, de un halcón peregrino adulto.
La vida es el máximo valor de un ser vivo en este planeta y, cuando la pelea una paloma, una carraca, un abejaruco, una oropéndola, etc. no hay belleza que posicione mas a unas que a otras frente a la muerte; la vida por dentro es lo mismo en todas ellas. 
La presa desmembrada por su cazador es roja, la sangre lo tiñe todo, y su muerte, paradójicamente, es un día más de vida para él. 
Por hoy, ha vencido y obtenido el día mas de vida la paloma y, entre vencedores y vencidos transcurre esta trama biológica. Algo tan importante a lo que muchos humanos han perdido el respeto para pasar agradables días de caza, de muerte, truncando la oportunidad valiosa de vivir a todas ellas a cambio de un macabro y mediocre pasatiempo innecesario en esta civilización. 
Cuando vivo estas escenas de lucha por la vida, mas detesto la sinrazón de la caza, el cazador y su manido derecho a matar por diversión.


Halcón peregrino Falco peregrinus.




domingo, 11 de marzo de 2018

HALCÓN PEREGRINO: azote de grandes rapaces



El fin de semana pasado fue espectacular ver a la pareja de halcón peregrino Falco peregrinus sobrevolando la peña de los buitres leonados Gyps fulvus, sobre todo, por la intensidad de su reclamo estos días previos a su reproducción. Lo mejor de todo, es la posibilidad de verlos desde casa, desde la terraza, puesto que el posible nido en el que los vi introducirse, aunque me queda lejos, puedo seguirlos haciendo uso de los 60 aumentos del telescopio, eso sí, mientras no haya reverberaciones.
 
Macho posado y hembra en vuelo.




RÍO HUERVA 23/ABRIL/2008

A lo largo de la mañana una moto y un quad atronan el valle del Huerva provocando una notable inquietud en la rapaz que protege a su descendencia.
Con la hembra de águila de Bonelli Aquila fasciata en el nido, observo con asombro como repentinamente la blanca rapaz emite alarmada un potente reclamo abandonando el nido a continuación. La razón, una pareja de águilas reales sobrevolando su nido. Parece que trata de alertar al macho para duplicar la fuerza defensiva. Afortunadamente, las grandes rapaces se alejan y todo vuelve a la calma.

Un buitre leonado, seguramente dirigiéndose a su nido, se cruza con la hembra de Bonelli montando la guardia de su zona de cría que prospecta minuciosamente. Acto seguido, el necrófago se ve asediado por los ataques impactantes del águila de pecho blanco. El sonido de los golpes secos causados por el aparatoso quiebro ejercido por el buitre para evitar los envites del águila de Bonelli retumban hasta mi observatorio. Me estremece la intensidad de la inmisericorde agresividad contra el pacífico buitre leonado que trata de evitarla sin abandonar su ruta pero, soportando a duras penas la agilidad de esta mediana rapaz tan maniobrera durante su ejercicio hostil.

Paradójicamente, el perseguidor pasa a ser el perseguido. Un halcón peregrino, con sus garras, acuchilla en vuelo al águila de Bonelli. Con fugaces picados de extraordinaria recuperación gracias a la inercia súbita, el falcónido es capaz de multiplicar los ataques acelerándolos en un reducido espacio de tiempo, ocasionándole al águila cierta indefensión dada la incomparable velocidad de su adversario. Así, el águila de Bonelli apercibida por la grandiosa capacidad voladora del falcónido, se aleja de su zona nidificante.

No hay azote más destacado y pertinaz para las tres grandes rapaces; águila real, águila de Bonelli y búho real que el de los fulgurantes ataques del Halcón peregrino. Todas han sentido en alguna ocasión la penitencia de sus insistentes picados acompañados de leves impactos.

Terminaré con el estoico búho real Bubo bubo, una fiera nocturna cuyo vuelo es muy deficiente comparado con el del halcón peregrino para esquivar sus ataques. 
Hace unos años, en unos cortados del río Dulce en Guadalajara, un macho de búho real había abandonado su posadero espoleado por la voz de un competidor cercano. Se colocó en lo alto del anaranjado risco cuando la luz del sol era todavía bastante apreciable. 
Apareció el halcón peregrino con su reclamo agudo y alarmado, al cual, la nocturna no le pasó desapercibido. Mientras los seguía con el telescopio, los encendidos ojos del búho real sólo buscaban la ubicación del congénere desafiante. El peregrino se limitaba a picar sobre la cabeza de la estrigiforme, y ésta, se agachaba en cada uno de ellos. La enraizada territorialidad del búho real restaba importancia a las molestias del peregrino, sólo le inquietaba el macho rival. 
Cuando la noche descomponía las formas, el búho real se creció aliándose con las tinieblas. El halcón se posó en la otra punta del cortado gritando lastimeramente, impotente por la llegada de la oscuridad donde la velocidad ya no le servía para nada.






Elegí el lugar correcto, a pesar de quedar algo lejos de los halcones. 
El macho se posó arriba del cortado y la hembra algo mas abajo, ambos llegaron después, pero, me obsequiaron con estas vistas. 
Se aprecian sus garras ensangrentadas y el buche lleno, ya que el macho la había obsequiado anteriormente con una presa muy temprana.